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El impacto físico y psicológico comporta puede mermar la calidad de vida y la productividad laboral. (Imagen de Maciej Cieslak en Pixabay)

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Diez medidas para reducir la discriminación y el estigma que sufren las mujeres en la menopausia

Sofocos, pérdidas de memoria, dificultad para concentrarse, cambios de humor, incontinencia urinaria o dolor articular. Son algunos de los más de cien síntomas asociados a la menopausia.

Hechosdehoy / UOC / Cristina Sáez
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Sofocos, pérdidas de memoria, dificultad para concentrarse, cambios de humor, incontinencia urinaria o dolor articular. Son algunos de los más de cien síntomas asociados a la menopausia, una etapa natural que experimentan todas las mujeres cuando se interrumpe la ovulación y se detiene la menstruación, entre los 45 y los 55 años.

Al estigma y la discriminación que padecen al transitar por este período biológico, se suman el impacto físico y psicológico que comporta, que puede mermar no solo su calidad de vida, sino también su productividad laboral. 

En ese sentido, un nuevo estudio en abierto realizado por la investigadora Clara Selva Olid, del grupo Behavioural Design Lab (BDLab), adscrito a la unidad de investigación de Salud digital, salud, bienestar de la UOC, y publicado en la revista científica Frontiers in Reproductive Health, concluye que el establecimiento de medidas públicas en los ámbitos político, social y organizacional puede reducir la discriminación y el estigma social que padecen las mujeres, contrarrestar la invisibilización de esta etapa vital y mejorar notablemente su calidad de vida y la atención sanitaria que reciben.

Dar voz a las mujeres

A partir de entrevistas realizadas a veinte mujeres de edades comprendidas entre los 45 y los 60 años que han padecido síntomas, tanto físicos como mentales, relacionados con la menopausia y la posmenopausia en los últimos cinco años, Selva Olid, también profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, ha establecido un decálogo de propuestas articuladas en torno a tres ejes clave de acción: sensibilización social, educación, y medidas laborales y sanitarias.

“El objetivo que perseguía era dar voz a las mujeres en el diseño de políticas más inclusivas y eficaces que las acompañen mejor en este tránsito“, explica Selva Olid. Para la investigadora, es crucial que las mujeres participen en el diseño, la implementación y la evaluación de las políticas públicas para que estas recojan realmente sus necesidades y realidades.

El trabajo, asimismo, pone sobre la mesa el debate de cómo adaptar esas iniciativas a las diferentes realidades sociales y económicas de las mujeres españolas.

Propuestas de acción

Según datos del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), en Cataluña hay cerca de un millón de mujeres con edades comprendidas entre los 45 y los 60 años, el periodo en el que suele iniciarse esta transición. Elementos como la salud, la genética, el contexto sociocultural y la exposición a factores ambientales acaban determinando la edad en la que se retira definitivamente la menstruación, aunque la perimenopausia, una fase anterior caracterizada por periodos irregulares y fluctuaciones hormonales, puede comenzar varios años antes. Tras la retirada de la regla, durante la posmenopausia, los síntomas -que afectan a ocho de cada diez mujeres- pueden alargarse varios años.

A pesar de ser un proceso natural que afectará a todas las mujeres, a menudo falta información. Asimismo, la visión que se tiene de este periodo desde el sistema de salud público está muy medicalizada y se siguen perpetuando mitos y discriminación.

En este sentido, el estudio de Selva Olid perseguía identificar y analizar propuestas de acción que las organizaciones públicas del país pueden adoptar para mejorar la transición por la etapa de la menopausia. El trabajo concluye con un decálogo de medidas articuladas en torno a cuatro ámbitos distintos: esfera social, salud pública, ámbito laboral, e investigación médica.

1. Esfera social. Las participantes en el estudio reclaman medidas para aumentar la visibilidad social de la menopausia, la conciencia sobre sus efectos, y el desarrollo de estrategias de acompañamiento y normalización. Una de las vías sería integrarla dentro del currículo escolar, lo que contribuiría a normalizarla como una etapa más de la vida.

“Se trata de desarrollar estrategias de acompañamiento para evitar el aislamiento de muchas mujeres y el sentimiento de vergüenza que experimentan, con el objetivo de poder acabar con el estigma”, señala Selva Olid. La experta añade que “hay que emprender acciones para empoderar a las mujeres, para que tengan aún mayor control sobre su salud“. Los referentes tienen un impacto muy positivo. En ese sentido, Selva Olid considera que las redes sociales están contribuyendo de forma muy positiva a normalizar esta etapa, a diferencia de los medios tradicionales, que lo hacen con mayor lentitud.

2. Salud pública. Es necesario disponer de profesionales de la salud formados en menopausia, así como contar con apoyo psicológico, grupos de ayuda mutua e incluso talleres de formación en hábitos saludables.

“A pesar de ser una etapa natural que puede llegar a tener importantes repercusiones sobre la salud de las mujeres y su rendimiento laboral, el coste económico de los tratamientos para paliar los síntomas y lograr mayor bienestar recae exclusivamente en ellas. Sin embargo, debería recaer en la sociedad: las mujeres no escogen ser menopáusicas”, reclama Selva Olid.

3. Ámbito laboral. De las entrevistas realizadas en el estudio se desprende que, para conseguir entornos laborales más equitativos, hacen falta políticas de conciliación obligatorias, así como apoyo definido a la menopausia, con incentivos por parte de la Administración para aquellas organizaciones que implementen buenas prácticas y fomenten la formación y sensibilización de la plantilla con el objetivo de reducir sesgos de género, generar espacios de diálogo y normalizar esta etapa.

Medidas como disponer de referentes de menopausia en las empresas, impulsar la flexibilidad laboral e implementar adaptaciones como el uso de batas o uniformes más transpirables, instalar más puntos de agua en el espacio, y ofrecer la posibilidad de teletrabajar o disponer de una baja por menopausia, pueden resultar muy efectivas para compatibilizar el trabajo con los retos de esta etapa y evitar el absentismo e incluso la pérdida o el abandono de empleo.

Cataluña es pionera en España en la aprobación de un plan integral en este sentido (Plan integral de equidad menstrual y climaterio 2023-2025), lo que supuso un paso importante para reconocer la salud menstrual y la menopausia, así como los derechos y el bienestar en el ámbito laboral y social. No obstante, Selva Olid señala que “aún no es suficiente para que haya una equidad real, puesto que no es una ley vinculante que obligue a tomar medidas en el mundo laboral”.

4. Investigación médica. Es necesario fomentar la investigación en menopausia y dedicarle recursos, sobre todo en lo que respecta a tratamientos y terapias dirigidos a mitigar los síntomas y prevenir los problemas de salud a largo plazo.

“Hasta el momento, la investigación en salud femenina, cuando la ha habido, se ha centrado en la etapa reproductiva y la menopausia se ha dejado en segundo plano, a pesar de su enorme impacto físico, emocional y social”, explica la investigadora. Selva Olid señala que su interés por investigar en este campo nace, de hecho, de “la necesidad de ampliar el conocimiento científico sobre este periodo y aportar datos para mejorar la calidad de vida de la mujer”.

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