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EL IMPACTO DE DOS MUERTES

Descalabrar, descabezar, decapitar y degollar, el horror de Estado Islámico

Las decapitaciones de James Foley y Steven Sotloff, difundidas por los milicianos mediante un vídeo a través de Internet, han provocado un giro brusco en la opinión pública norteamericana.

Hechosdehoy / G. Lucko
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El 19 de agosto y el 2 de septiembre fueron publicados en Al-Furqan Media Foundation, de la órbita informativa yihadista, sendos vídeos con imágenes de los asesinatos de James Foley y de Steven Stoloff, respectivamente. El ejecutor, miembro del llamado Estado Islámico que asola el norte de Irak y parte de Siria, después de verter en perfecto y londinense inglés amenazas al presidente de los Estados Unidos y a los países de Occidente -a los que no sin intención denominaba "cruzados"- mató a sus víctimas cortándoles el cuello con el cuchillo que no había dejado de blandir durante su soflama.

De manera casi unánime los medios internacionales se refirieron a este acción como decapitar y a su efecto como decapitación. En los textos que he leído de la prensa estadounidense (Washington Post, New York Times, The New Yorker, Los Angeles Times) el término utilizado es “beheading” que viene traduciéndose como decapitación.

Los citados vídeos estuvieron enseguida disponibles en Youtube. No tuve la oportunidad de verlos, ya que la compañía decidió bloquearlos, pero por el arma esgrimida y como se deduce de las descripciones de conspicuos analistas -por todos Walter Reich, psiquiatra y profesor de la Georges Washington- podemos hacernos una cabal idea de lo que sucedió, lo que se pretendía y, lo que me interesa destacar, que tipo de ritual significa esta acción.

Pido disculpas anticipadas por los detalles menos gratos de la traducción que hago seguidamente de dos párrafos del artículo de Reich, Show the James Foley vídeo, (Washington Post, 29/08/14):

“Se ve en el vídeo que fue publicado el 19 de agosto un yihadista cortando la cabeza de Foley con un cuchillo. El vídeo muestra sólo el comienzo de la ejecución. Incluso los editores del vídeo del Estado Islámico parecen haber decidido que la decapitación completa era demasiado espantosa o, al menos, contraproducente para ser mostrada.

Sin embargo muestran el resultado: un plano de la cabeza ensangrentada de Foley descansando en la parte posterior de su cuerpo sin vida. Uno podría imaginar que los yihadistas islámicos decapitan a sus víctimas con un tajo rápido de una espada afilada. Como deja claro el vídeo, el proceso es terriblemente lento”.

Enseguida podemos deducir que:
1.- Se corta la cabeza con un cuchillo y no con una espada afilada, hacha o guillotina.
2.- La cabeza no está separada enteramente del cuerpo sino que cuelga del cuerpo.
3.- El corte no se produce por la parte posterior segando la espina dorsal, sino de una lado a otro de la parte anterior produciendo el desangrado a la víctima.
4.- No estamos ante un proceso instantáneo, sino “terriblemente lento”.

Todo este horror que nos parece, porque lo es, gratuito, tiene su sentido para el asesino y sus jefes: un desierto de fondo, un uniforme negro que oculta cuerpo y cara del matarife, el tono bronco de las amenazas, el sayal color naranja Guantánamo del periodista y el modo concreto -a cuchillo- de cortar el cuello tiene el aspecto de lo que significa: la manera es el mensaje. No estamos ante una beheading (decapitación), sino ante un slaughter (degüello) como de un animal despreciable que me es útil para comer o para enviar un mensaje a un enemigo.

Toda muerte de un inocente apela gravemente a la conciencia. No es lo mismo descalabrar (“herir a uno en la cabeza”), descabezar (“quitar o cortar a uno la cabeza), degollar (“cortar la garganta o el cuello a una persona o animal”) que decapitar (“cortar la cabeza”).

Más allá de la semántica del Diccionario de la RAE, la Historia nos ofrece diferencias sobre unos y otros modos de acabar con la vida de un semejante.

En principio a la decapitación -cortar la cabeza para separarla del cuerpo con un corte completo de un solo tajo efectuado desde la parte de atrás- se llegó históricamente como un procedimiento relativamente honorable de muerte y, desde luego menos cruel al reducir la agonía.

El ingenio humano para deshacerse de los enemigos fue inventando distintos modos operativos para al menos aparentar rasgos de humanidad en este trance. Acaso a la reflexión del cirujano y diputado de la Revolución Francesa Joseph Ignace Guillotin debamos la sistematización de la decapitación mediante un eficiente mecanismo que separaba cabeza y tronco por la caída de una afilada y pesada hoja a la altura de la cuarta vertebra cervical. Los motivos, aparte la acumulación del trabajo de los verdugos en esa época, hay que buscarlos en un deseo razonable de reducir el sufrimiento y la agonía del reo, que se daba en otro tipo de ejecuciones.

La Historia, de todos modos, está llena de decapitaciones, desde la que sufrió san Juan Bautista por instigación de Herodías, pasando por la de san Pablo hasta llegar al apogeo del reinado de Enrique VIII que acabó con alguna esposa, varios obispos y con Sir Thomas Moro, Lord Canciller. Hay familias que apenas encontraron otro modo de decir adiós al mundo; tal es el caso de la familia de Ana Bolena: además de ella, fueron decapitados su hermano Jorge y Jane Parker, la viuda de éste.

Nótese cómo la nobleza y la disminución del sufrimiento están en la base de la decapitación, mientras que con el degüello se vulgariza más, se animaliza más la violencia de la muerte de quien se odia o desprecia.

Los españoles aprendimos de los moros el “toque de degüello” que luego exportamos a tierras americanas. Entrar a degüello significaba atacar al enemigo y cortar el cuello de oreja a oreja a todos lo vivos, también a los que se rendían. Con el toque de degüello antes de la acometida se infringía al enemigo un plus de daño psicológico que mermaba vía terror su capacidad de respuesta. Es emblemático su uso en el célebre ataque contra El Álamo en Texas.

Lo peor que puede hacer hoy Occidente es quedar paralizado por un Toque de YouTube yihadista. La amenaza es seria, pero más profundos habrán de ser los principios que guíen la acción digna.
 


– Antes de su mensaje al país desde la Casa Blanca, Barack Obama comunicó a los líderes de la Cámara de Representantes y el Senado que su plan de acción contra el grupo yihadista no requiere de aprobación parlamentaria.

– Como destacó Hechos de Hoy, nueve de cada diez estadounidenses ven a su país amenazado por el Estado Islámico, según un sondeo de la cadena ABC y The Washington Post

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