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Había muchas señales, pero dice el refranero español que no “hay más ciego que el que no quiere ver”. España sólo había convencido de forma intermitente, incluso la victoria en octavos frente a Senegal había sido muy poco vistosa, con ello, la derrota de este miércoles frente a Francia (65-52) seguramente será la más dolorosa en muchos años.

 

Los partidos no se ganan porque tengas un jugador clave o lo pierdes porque te falte, este año España tenía a Pau Gasol y a Francia le faltaba Toni Parker, pero la diferencia es que dirigiendo el banquillo de Francia estaba un enorme Vincent Collet, 16 años entrenando equipos en la élite de la liga francesa y 5 años en el combinado galo, y en España a Juan Antonio Orenga, con un historial 12 partidos en la ACB como entrenador y saliendo por la puerta de atrás de Estudiantes.

Mientras Orenga veía este año los partidos de la ACB en la televisión o invitado en algún campo, Collet llevaba al Estrasburgo hasta el TOP 16 de la Euroliga; hay diferencia.

En 2012 el presidente de la Federación Española de Baloncesto eligió un “entrenador dócil” y hoy, dos años después, tenemos el resultado, un preparador, Juan Antonio Orenga, que ni planteó partido ni supo dar respuesta. Sin planteamiento no se gana un partido en el que Francia luchó los 40 minutos y siempre puso difícil el tiro, con un enorme desacierto de un equipo acostumbrado a salvar los enfrentamientos con individuales.
 
Porque buenos son, pero poco se ha hecho para crear un “conjunto” español en una gira que parecía diseñada sólo para ganar dinero de los patrocinadores. Una gira que la máquina de José Luis Sáez ha ido añadiendo estos años y de un público con el que la Federación ha jugado, empezando por los precios desorbitados de las entradas y terminando con esta derrota dolorosa.

 

Centrándonos en el partido, desde el principio las sensaciones fueron malas. Los triples de Boris Diaw (11-2, min 4) ya marcaban cual iba a ser el camino de Francia, pero un parcial de 0-10 de la mano principalmente de Navarro abría unas esperanzas que fueron muy efímeras. Sin rebote, con el peor porcentaje en tiro exterior en años, los hombres de Vincent Collet se adueñaban del balón y del partido, con un gran esfuerzo físico de Batum y Gelabale. A pesar del empate conseguido por Calderón (21-21, min.15), España no carburaba ni en defensa ni en ataque, cerrando el encuentro en el descanso por 35-28.

 

Salió Llull en el tercer cuarto con ganas de dar la vuelta al partido, y parecía posible tras un parcial de 6-0 y dos posesiones de Francia sin tirar, que obligó a Collet a pedir tiempo muerto. Lo lógico en cualquier entrenador es que cuando las cosas no funcionan pides tiempo e intentas cambiar la tónica, Collet lo hizo, Orenga, no. Tras una trifulca y falta y posesión, España se puso 1 punto arriba, una diferencia que mantuvo tras un “alley-oop” de Rudy a pase del Chacho, pero a partir de esa jugada todo se acabó. Marc Gasol no estaba, Pau, tocado, y el equipo sin soluciones, se insistía en tiros imposibles que acababan en “pedradas” al tablero.

 

Aunque Pau Gasol lo intentó, Francia se aprovechó de la falta de ideas y Thomas Heurtel, base del Laboral Kutxa, aprovechó para abrir aún más la herida y cerrar el partido de forma humillante para España con un Barclaycard Center pidiendo la dimisión de Orenga que tendría que extenderse al palco, al presidente de la Federación Española de Baloncesto, José Luis Sáez.