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LOS DÍAS CRÍTICOS

De Cebreros al funeral en Madrid bajo lo último de Adolfo Suárez y el Rey

Tres días de luto y solemne despedida en la catedral de La Almudena con los nuevos análisis y polémica de los días críticos de su dimisión y el golpe frustrado del 23-F.

Hechosdehoy / María Céspedes
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No fue un secretos entonces, y tampoco lo es ahora, que el punto de inflexión en la relación entre el Rey Juan Carlos I y Adolfo Suárez González, duque de Suárez, estuvo en la polémica sobre las responsabilidades militares del general Alfonso Armada.

Antena 3, la cadena de José Manuel Lara Bosch, acertó al emitir en las horas de la agonía de Adolfo Suárez, como último homenaje, la miniserie Adolfo Suárez, el Presidente, una película para televisión con la trayectoria política y personal desde su juventud hasta el 29 de enero de 1981, cuando presentó su dimisión. Ginés García Millán interpretó de forma magnífica a Adolfo Suárez en el biopic dirigido por el colombiano Sergio Cabrera.

El Rey valoraba la figura de Alfonso Armada. Adolfo Suárez en cambio tuvo una relación áspera con él. No quiso que estuviera en el Pentágono español, el Alto Estado Mayor y Ceseden-. El Rey en cambio defendió que no era acertado excluirlo. Fue el momento de crisis en la relación entre el monarca y Adolfo Suárez, y abrió el escenario de la dimisión que sorprendió al país. En la noche amarga de las traiciones, el general Sabino Fernández Campo, conde de Latores, entonces secretario general de la Casa del Rey, evitó que Armada accediera al Palacio de La Zarzuela. Si lo hubiera hecho, la Historia de España habría girado.

Puede que al Rey le hayan hecho falta la distancia de los años para comprender cuán crucial fue la gestión de quien le deslumbró con audacia siendo un joven gobernador civil de Segovia. En su mensaje de reconocimiento al país, las palabras de "Adolfo y yo" -y no al revés- traducían el sentimiento de profundo agradecimiento de Juan Carlos I.

En el libro de la editorial Planeta que aparece esta semana, La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar, Pilar Urbano refleja conversaciones de Adolfo Suárez con el Rey y apunta su tesis. En declaraciones al diario El Mundo, en una larga entrevista de Miguel Ángel Mellado, asegura que para "Suárez estaba clarísimo que el alma de la Operación Armada era el Rey, que nace en Zarzuela, que Don Juan Carlos es el muñidor para colocar al general Alfonso Armada al frente de un Gobierno de concentración", asegura Urbano. Su libro se une a los análisis que han aportado Luis Herrero en Los que le llamábamos Adolfo; Jesús Palacios, El Rey y su secreto; Alfonso Armada, Al servicio de la Corona; y Abel Hernández, Suárez y el Rey.

Adolfo Suárez no quiso publicar en vida sus memoririas, como otros expresidentes sí han hecho. Hubieran sido las más interesantes. Dejó anotaciones y permanece como gran cuestión abierta si su hijo, Adolfo Suárez Illana, querrá un día hilvanarlas o prefiere mantener secretos estos papeles, que podrían ser desahogos y reflexiones.

Al margen de relatos, interpretaciones y análisis, fue el propio Adolf Suárez quien se adelantó a los acontecimientos dimitiendo. No pudo parar el intento de golpe pero muy seguramemnte desactivó o frustró parte de la trama, y, con lo dramático del secuestro del Congreso de los Diputados arrojó luz al Rey sobre tramas y perfiles oscuros.

El libro de Pilar Urbano, tras la polémica encendida sobre sus conversaciones con la Reina Sofía, es un ejercicio de investigación evidente porque utiliza documentos inéditos y testigos. Se adentra en el debate de si el Rey fue el motor del cambio o si el temor al Ejército y al búnker le aconsejaron pisar el freno. Apunta más a las brumas de meses, semanas y días antes de los acontecimientos.

En la noche del 23-F sólo hubo la valentía de Adolfo Suárez y el mensaje del Rey a la nación en defensa de la Constitución y la libertad. Las palabras del Rey y el sentimiento de los ciudadanos -como mostró Hechos de Hoy– dieron muestras de ello y de un debate cerrado sobre el que en vida, y mientras tuvo memoria, Adolfo Suárez no quiso publicar notas, sentimientos y medias verdades porque la Transición permanece como un momento de oro cuyo brillo no se extinguió.

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