Lunes negro en Londres. La dimisión del ministro para el Brexit, David Davis, abrió una profunda crisis política. Theresa May nombró para sucederlo al también euroescéptico Dominic Raab, días después de aprobar un plan para buscar una relación comercial estrecha con la Unión Europea.
Pero el ambiente de crisis por la mañana se enrareció por la tarde. La dimisión de Boris Johnson agravó aún más la tormenta política que se estrecha sobre Theresa May. La dimisión del ministro de Exteriores llegó horas después del abandono del titular del Brexit, David Davis.
Atención a lo que está en juego. Las Bolsas de Europa están atentas -al igual que bancos de inversión, gurús económicos y analistas-. Boris Johnson y David Davis se han negado a apoyar los planes de la primera ministra para negociar una ruptura suave con la Unión Europea.
Dos años después del referéndum del Brexit (el movimiento que propugnó la ruptura y salida de la Unión Europea), el clima en Londres se encamina al caos político conservador y la lucha de jefes. Los ultraderechstas y xenófobos han ido minando pilares de estabilidad.
Por primera vez el Gobierno de Theresa May se halla ante un horizonte de serio peligro y riesgo de moción de censura. Esta encarnizada lucha conservadora podría tener un desenlace de sorpresa. La mayoría de los diputados del Partido Conservador (los tories) son partidarios de un acuerdo pragmático (el denominado Brexit suave). Creen -y aciertan sin duda- que sería una auténtica locura arriesgarse a una crisis para permitir la llegada al 10 de Downing Street del laborista Jeremy Corbyn.
Atención a las posturas de empresas importantes como Airbus, BMW, Honda y Jaguar Land Rover. Han amenazado abiertamente con dejar de invertir en el Reino Unido si surgen barreras al comercio con la Unión Europea. Dos años después, en todo su siniestro esplendor, el escenario de destrucción del Brexit.