El Rey Felipe VI vive en México el momento emocional del fín de la Guerra Fría en el Caribe con el anuncio de la reapertura de las embajadas de Estados Unidos en La Habana y de Cuba en Washington. Dilma Roussef lo celebra tras pasar página a la crisis de desconfianza en la relación de Brasil con Estados Unidos surgida con los escándalo de espionaje.
México, al igual que República Dominicana, siguen la culminación de un proceso que comenzó hace seis meses y que ha tenido en el papa Fancisco uno de sus impulsores con la diplomacia secreta, y decisiva, del Vaticano.
Cuba y Estados Unidos han caminado rápidamente en este proceso de deshielo. La reapertura de las embajadas va ser un motor de aceleración. El presidente Barack Obama, y el secretario de Estado, John Kerry, van a destacar con solemnidad este paso que es un hito importante en el legado que quedará en la Casa Banca.
La relación directa, y personal, entre Barack Obama y Raúl Castro, surgida en la Cumbre de las Américas en Ciudad de Panamá, ha dado un gran impulso al proceso. Permitió superar el escollo clave.
Barack Obama hizo saltar los cerrojos al sacar a Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo. Como explicó Hechos de Hoy, Raúl Castro lo colocó como prioridad absluta de todo el proceso. Es el detonante del anuncio de esta reapertura de embajadas, y del nuevo clima que se va a generar para inversiones y cambio. Que será más rápido con las nuevas etapas que se avecinan, sobre todo la visita del papa Francisco a La Habana.