El mundo del fútbol se despide de la saeta rubia. El y presidente de honor del Real Madrid, Alfredo Di Stéfano falleció a los 88 años como consecuencia de una parada cardiorespiratoria. La leyenda blanca ingresó el pasado sábado en el Hospital Gregorio Marañón tras sufrir una parada cardiorespiratoria, como ya informó Hechos de Hoy.
Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, no quiso hacer ningún tipo de declaración. Di Stéfano estaba en estado de coma inducido y estable dentro de la gravedad, después de haber sufrido una parada cardiorrespiratoria en plena calle, tras celebrar su cumpleaños en un restaurante de la calle Juan Ramón Jiménez de Madrid. Desde el sábado se sabía que el adiós había comenzado.
Será recordado como uno de los mejores jugadores del Real Madrid, club en el que tuvo una trayectoria llena de éxitos. Dieciocho títulos en once temporadas le convirtieron en un ídolo. Gracias a él, el Real Madrid pudo sumar a su palmarés cinco Copas de Europa, una Intercontinental, ocho Ligas, una Copa de España y dos Copas Latinas. Además, ganó dos Balones de Oro (1957 y 1959) que le consagraron como el mejor futbolista del mundo del momento.
Fue el 14 de diciembre de 1947 cuando se inauguró el nuevo estadio de Chamartín, con capacidad para 75.000 espectadores. Un año después el Real Madrid llegó a rozar el descenso durante una gran parte de la temporada y terminó en el peor puesto de toda su historia. Asimismo, tardó dos décadas en reconquistar la Liga.
Ganó el tercero en la temporada 1953-54 y protagonizó un ascenso irresistible con el equipo de las cinco Copas de Europa consecutivas. Cuando Di Stefano se despidió del Real Madrid, allá por 1964, el orden en el fútbol español e internacional había dado un gran cambio.
Una trayectoria titánica
Alfredo Di Stefano nació el 4 de julio de 1926 en el distrito de Barracas de Buenos Aires, un barrio obrero donde se asentó su abuelo paterno, también futbolista. El padre, Alfredo, se casó con Eulalia Laulhé Gilmont, de ascendencia francesa e irlandesa. Y en aquel momento, los chicos de la calle soñaban con ser Carlos Peucelle, puntero derecho de River Plate, o José Manuel Charro Moreno.
De todos ellos bebió Alfredo. Empezó su carrera en River Plate en 1943, a los 17 años, y debutó el 15 de julio de 1945 frente al Atlético Huracán, al que sería cedido un año después. Allí comenzó con sus primeras muestras de potencial, lo que animó a los directivos a pedir un precio por su traspaso.
La huelga de futbolistas de 1949 le obligó a emigrar al fútbol colombiano, cuya liga tenía a los mejores talentos sudamericanos de la época. Fichó por el Millonarios de Bogotá y compartió cartel con figuras como Adolfo Pedernera, Néstor Rossi y el formidable Julio Adolfo Cozzi.
En 1952, Di Stéfano era un jugador poco conocido en Europa. Su carta de presentación fue el torneo triangular conmemorativo del medio siglo de vida del Real Madrid en el que, además, participó el Norrköping sueco. Santiago Bernabéu se quedó prendado del futbolista y aseguró: “¡Quiero a ese argentino!”.
El problema es que Pepe Samitier, del FC Barcelona, también le había echado el ojo. Comenzó una carrera por intentar ficharle. El Real Madrid negoció con los colombianos y el FC Barcelona con River. La Federación Española de Fútbol medió en el conflicto y tomó una decisión salomónica: Le autorizó a jugar cuatro temporadas en España, dos en cada club litigante, pero el presidente del FC Barcelona, Enric Martí, renunció en protesta por esta decisión.
Fue el 23 de septiembre cuando se produjo su puesta de larga en el Real Madrid. El rival fue el Nancy francés, equipo de escaso pedigrí. Alfredo Di Stéfano, que tenía entonces 27 años, fue objeto de las cámaras de los fotógrafos. “El as argentino traía ayer el lastre de medio año largo de inactividad”, escribieron los periodistas de la época.
Después del tropiezo con el Nancy, el domingo siguiente debutó de forma oficial frente al Racing de Santander con victoria del Real Madrid por 4-2. Di Stéfano estrenó su cuenta. El Real Madrid ganó la Liga con Alfredo como máximo goleador. En la temporada 1954-55 se repitió el éxito.
El primer título vino de París, tras unas eliminatorias con el Partizán y el Milan. Después llegaron las finales ante la Fiorentina, el Milan, nuevamente el Stade de Reims y al Eintracht de Francfort. En todas las citas Alfredo consiguió marcar. La última consiguió cerrarse con una victoria de 7-3.
Como entrenador dirigió al Elche, Boca Juniors, Valencia, Real Madrid, Sporting de Lisboa, Rayo Vallecano, Castellón y River Plate. El 5 de noviembre de 2000 fue nombrado presidente de honor del Real Madrid. Unos días después recogió en Roma el trofeo al Mejor Club del Siglo XX otorgado por la FIFA. El mundo del fútbol hizo justicia.