Bajo fuerte expectación, en el discurso sobre el estado de la Unión, Barack Obama se mostró optimista ante el tramo final de su mandato, proclamando el fin de tres lustros de guerra y recesión. Con firmeza -asunto que subrayó Hechos de Hoy– desafió al Congreso a reducir las desigualdades en Estados Unidos.
Toda la atención, en la gran cita anual de la vida política de Estados Unidos, estuvo sobre la audaz iniciativa del presidente con Cuba. Barack Obama invitó a Alan Gross para respaldar su nueva relación con Raúl Castro. El Partido Republicano, por su parte, llevó al Congreso a los disidentes críticos.
En su discurso, pidió al Congreso asumir en este 2015 las primeras tareas para poner punto final al embargo económico a Cuba, afirmando que "es hora de probar algo nuevo" en la relación con La Habana. Un mes después del histórico anuncio de reconciliación entre Washington y La Habana y a pocos días de la flexibilización de viajes y comercio de estadounidenses a Cuba, Obama insistió en la importancia del momento.
"Nuestro cambio de política en relación con Cuba tiene el potencial de poner punto final a un legado de falta de confianza en nuestro hemisferio", dijo, añadiendo que el fin del embargo "extiende una mano de amistad al pueblo cubano". El embargo, vigente desde 1962 pero reforzado por una ley de 1996, "debería haber terminado hace tiempo", subrayó el presidente. En la actualidad se está ya trabajando en restablecer las relaciones diplomáticas, rotas desde 1963. "Cuando uno hace algo que no funciona durante cincuenta años, es hora de probar algo nuevo", reiteró Obama indicando que "este año, el Congreso debería iniciar el trabajo de poner fin al embargo".
Cuba brilló así con fuerza en el discurso ante las dos cámaras parlamentarias, los jueces del Tribunal Supremo e invitados destacados con un especial protagonista. Alan Gross, el contratista estadounidense que pasó cinco años preso en Cuba antes de ser liberado el mismo día del histórico reacercamiento, el 17 de diciembre, fue uno de los invitados del presidente y la primera dama, Michelle Obama. "Bienvenido a casa, Alan", dijo Obama bajo una lluvia de aplausos. "Gracias", replicó un emocionado Gross desde las tribunas.
A su vez el Partido Republicano llevó a sus invitados con una visión diferente sobre Cuba. Como invitados del presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, escucharon el discurso Jorge Luis García Pérez, "Antúnez", y su esposa, Yris Tamara Pérez Aguilera. Los dos, muy críticos con el presidente y fieles a la postura del sector más radical del exilio, en Miami, de no ceder frente a Raúl Castro y mucho menos frente a su hermano, Fidel Castro.
La congresista republicana por Florida de origen cubano Ileana Ros-Lehtinen se llevó a la hija de uno de los pilotos de Hermanos al Rescate que fallecieron al ser derribada su avioneta por Cuba en 1996. Ese incidente produjo en su momento que el presidente Bill Clinton firmara la ley Helms-Burton que endureció el embargo. Marco Rubio, el senador republicano por Florida, también de origen cubano, invitó al discurso del presidente a Rosa María Payá, la hija del disidente Oswaldo Payá, quien murió en misteriosas circunstancias en un accidente de tráfico en 2012.
Cuba se convirtió así en el punto central de los nuevos debates. Una decisión audaz del presidente Barack Obama en la que ha tenido la ayuda estelar de la mediación del papa Francisco. Si el Partido Republicano bloquea en esta cuestión todos los resquicios de cambio, podría pagarlo muy caro en la próxima elección presidencial.
La primera declaración de Gross
