Tres días de luto oficial en España en la muerte de Adolfo Suárez González, el presidente del Gobierno desde 1976 hasta 1981. Quien estuvo al frente del timón en el momento histórico del giro de la dictadura a la democracia murió el domingo, a los 81 años de edad, en la clínica Cemtro de Madrid.
En el momento emocionante del adiós a su figura -la capilla ardiente se abre este lunes en el Congreso de los Diputados– recibió el apoyo unánime de la sociedad como el defensor del diálogo y el consenso. El Rey Juan Carlos I, con sensibilidad y grandeza, situó la personalidad de Adolfo Suárez en toda su trascendencia. “Mi gratitud hacia Adolfo Suárez es honda, y mi dolor, grande. Pero el dolor no es obstáculo para recordar y valorar uno de los capítulos más brillantes de la historia de España: la Transición", dijo en su mensaje al país.
Las cadenas de televisión rompieron su programación en la tarde del domingo. Hubo máxima atención y respeto, en los análisis, a su figura, su gestión y su legado. Sin duda Adolfo Suárez -y es un sentimiento que ha destacado Hechos de Hoy– es el héroe de la democracia, figura central en la historia del siglo XX en España. Su muerte debe servir de recuerdo y reconocimiento, para las nuevas generaciones, de años claves. Pero también, y es lo realmente importante, de reflexión sobre la importancia de los consensos, el acuerdo y el clima de concordia. España los necesitó en el siglo XX. Y hoy, en el siglo XXI, los urge tanto como entonces. Es la grandeza del legado de Adolfo Suárez que permanece con todo su fulgor.