El ataque terrorista se produjo tras semanas de tensiones entre israelíes y palestinos en Jerusalén, especialmente en la Explanada de las Mezquitas (lo que es el Monte del Templo para los judíos).
Cuatro civiles israelíes murieron en el ataque a una sinagoga y una yeshiva (escuela talmúdica) en Har Nof, al oeste de Jerusalén. Entraron con armas de fuego, hachas y cuchillos. Las dos personas que asaltaron de forma salvaje la sinagoga fueron abatidos por la policía. Los grupos radicales Hamás y Yihad Islámica celebraron el atentado y llamaron a más acciones similares.
Un comunicado publicado por el Frente Popular para la Liberación de Palestina (PFLP ) reivindicó el ataque como reacción a lo que calificó de "los crímenes de la ocupación". Los autores del atentado fueron dos hombres de las Brigadas Abu Ali Mustafa, identificados en las fotos por diversos medios y por las brigadas en su Facebook. Sus nombres son Ghassan y Oday Abu Jamal, supuestamente primos.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, anunció que responderá al atentado "con puño de hierro". "Esto es el resultado directo de la instigación de Hamás y Abu Mazen (el presidente palestino Mahmud Abas), una instigación que la comunidad internacional ignora de forma irresponsable", señaló Benjamín Netanyahu en su comunicado.
Mahmud Abas respondió de forma inmediata. Condenó de forma explícita este ataque terrorista. Hasta ahora no se había pronunciado sobre las tensiones, algaradas e incidentes de las últimas semanas.
Observadores en Jerusalén destacaron la gravedad de este atentado terrorista. Para analistas, según informaciones recogidas por Hechos de Hoy, el atentado mina los puentes tendidos para un acercamiento personal entre Mahmud Abas y Benjamín Netanyahu tras la guerra contra Hamás en la Franja de Gaza. De nuevo los radicales, la violencia y el odio imponen sus tiempos.
Un círculo infernal
Este ataque terrorista es el segundo más grave perpetrado en Jerusalén desde el fin de la Segunda Intifada. Se vive una gran tensión desde hace semanas con enfrentamientos entre la policía y jóvenes palestinos y los ataques de palestinos y colonos israelíes en los barrios árabes y el casco viejo.
La situación se agravó hace un mes, cuando un conductor kamikaze palestino mató a dos personas -entre ellas un bebé de tres meses y una ciudadana ecuatoriana- al intentar atropellar a los pasajeros que esperaban el tranvía en la línea que divide la ciudad. Una semana después, un presunto pistolero palestino tiroteó y dejó gravemente herido en Jerusalén Oeste a un rabino ultranacionalista judío que aboga por cambiar el estatus de la Explanada de las Mezquitas, tercer lugar más sagrado del Islam.
Los rumores sobre ese posible cambio -negado por el gobierno -, junto a las restricciones de acceso impuestas por Israel a los musulmanes y la constante subida de ultranacionalistas judíos fuertemente escoltados al lugar donde el judaísmo sitúa el Segundo Templo destruido por los romanos, son algunos aspectos que alimentan la tensión en la ciudad.
Apenas siete días después del tiroteo contra el rabino, que se recupera de sus heridas en un hospital, un segundo conductor kamikaze palestino mató a dos personas -entre ellas un guardia de frontera- en un intento de atropello similar en la misma zona que separa Jerusalén Este de Jerusalén Oeste.
Al igual que ahora, los movimientos islamistas radicales de Hamás y la Yihad Islámica alabaron el ataque y afirmaron que se trata de "una respuesta lógica a las políticas israelíes y la ocupación".
