Jornada muy intensa cultural y política con la noticia destacada de la muerte de Ana María Matute a los 88 años. Premio Cervantes en 2010, ganadora del Nadal y el Planeta, representaba en la Real Academia Española a la generación de las grandes autoras de la posguerra. Querida y admirada, fue una muerte triste.

La jornada del miércoles 25 estuvo sacudida por el desenlace del caso Nóos, la dimisión de Magdalena Álvarez y la tormenta Sicav en el Parlamento Europeo.

Cristina de Borbón y Grecia nunca cedió ante su padre, Juan Carlos I, pese a arrojar la instrucción una tormenta de datos y correos electrónicos de alto voltaje y muy comprometidos sobre el yernísimo, Iñaki Urdangarin. Lo que fue una relación muy estrecha saltó por los aires pero la Infanta Cristina no renunció a sus derechos dinásticos.

No se distanció de su marido y menos aún se planteó su divorcio. Sin duda el caso Nóos abrió una crisis muy decisiva en la última etapa del reinado de Juan Carlos I abriendo un boquete que nunca se cerró sobre su popularidad pese al repunte que marcó su abdicación. La Infanta Cristina podría replantearse ahora muchas cosas. Para Felipe VI, la ejemplaridad en las conductas es cuestión esencial.

La segunda cuestión importante fue la dimisión finalmente de Magdalena Álvarez. La juez de caso de los ERE, Mercedes Alaya, imputó en julio de 2013 a Magdalena Álvarez por su gestión como consejera de Hacienda de la Junta de Andalucía. La exministra de Fomento se negó durante meses. prácticamente un año, a dejar su puesto en la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Finalmente presentó su renuncia. Aseguró que las presiones del Gobierno de Mariano Rajoy fueron “inauditas”. Pero hubo también un hilo con el clima de conductas que ya no se admitem

La tercera cuestión fue todavía más significativa de este clima político. Como explicó Hechos de Hoy, las elecciones al Parlamento Europeo alumbraron sobre todo una pugna en el espacio del centro izquierda y lo que está a su izquierda. El PSOE (Partido Socialista Obrero Español) se halla inmerso en el debate de sus señas deidentidad ante la crisis, que ya no es un fenómeno económico. Si sabemos la posición de la derecha, ingoramos la posición hoy de la socialdemocracia ante las grandes cuestiones a la vez políticas y económicas.

Se trata de un debate sobre presión de quienes quieren ocupar su espacio, o le tachan de haberse convertido en una casta política. Es la tenaza de Podemos de Pablo Iglesias, a la izquierda de la izquierda, tratando de desplazar al PSOE y a Izquierda Unida, y a la vez imponerse como aliado imprescindible.

Este escenario explica el fenómeno de la formidable tormenta sobre el fondo de pensiones voluntario del Parlamento Europeo vinculado a una Sicav (sociedad de inversión de capital variable), una figura de inversión colectiva pero con mala fama y tintes capitalistas. Jugar con las reglas del capitalismo tumbó al eurodiputado de Izquierda Unida, Willy Meyer. Renunció a su escaño y a todos sus cargos ejecutivos después de hacerse público que era beneficiario de este fondo de pensiones.

Atención a esta polémica. Lo llegaron a suscribir un 80 por ciento de los eurodiputados, incluidos los líderes del PP y el PSOE en la Cámara, Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano. También lo hizo la líder de UPyD, Rosa Díez. La dimisión de Willy Meyer convirtió a la número dos de la candidatura, la exdirigente de Comisiones Obreras Paloma López, en número uno. Al mismo tiempo, entró en el Parlamento Europeo Javier Couso, hermano del cámara de televisión muerto en Irak y uno de los candidatos más simbólicos de la cuota de representación civil de la lista de Izquierda Unida.