Estados Unidos se retira de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). El gobierno de Donald Trump ha formalizado su salida a partir del 31 de diciembre de 2018. Alega, entre otros motivos, un marcado "sesgo" del organismo contra Israel, que también ha anunciado su salida de la Unesco. Una nueva retirada de Trump de un organismo internacional. Aunque la de la Unesco no tiene la importancia de la del Tratado de Libre Comercio o del Acuerdo Climático de París, si demuestra una vez más que el presidente sigue aferrado a su lema de America First.
La portavoz del departamento de Estado, Heather Nauert, detalló que la decisión fue notificada este mismo jueves a la directora general de la Unesco, Irina Bokova. "Esta decisión no se tomó a la ligera, y refleja la preocupación de Estados Unidos con los crecientes atrasos en los pagos a la Unesco, la necesidad de una reforma fundamental en la organización, y el continuo sesgo contra Israel", afirma el comunicado.
Estados Unidos dejó de financiar la Unesco en 2011 cuando la organización admitió a Palestina como un estado miembro. El pasado mes de julio, Estados Unidos advirtió que estaba revisando sus relaciones con este organismo, calificando de "afrenta a la historia" la decisión de declarar la ciudad vieja de Hebrón (Cisjordania), lugar de peregrinación para judíos, cristianos y musulmanes, "Patrimonio Mundial en peligro".
La nominación de Hebrón fue presentada por Palestina como estado miembro de la Organización.
Respuesta de Irina Bokova
Desde la Unesco lamentan la decisión de Estados Unidos. La directora general del organismo, Irina Bokova, la tildó de "pérdida para el multilateralismo y para la familia de Naciones Unidas".
"En el momento en que la lucha contra el extremismo violento pide una inversión renovada en educación y en diálogo intercultural para prevenir el odio, lamento profundamente que Estados Unidos se retire de la agencia de Naciones Unidas que se ocupa de estos asuntos", consideró la Bokova.
La salida representa un duro golpe a los trabajos de la ONU en la preservación de Patrimonios de la Humanidad, sobre todo al dejar de recibir apoyo económico para estrategias de pacificación, educación y ciencia.