Joaquín Salvador Lavado, Quino, murió en Mendoza a los 88 años. Allí nació el 17 de julio de 1932. Sus padres, originarios de Fuengirola (Málaga), emigaron de España a Argentina en 1919. En su casa ese particular español andaluz siempre permaneció.
La salud de Quino era ya muy delicada. El glaucoma le alejó del dibujo. La ciática, los dolores en las rodillas y las infecciones broquiales le tenía extremadamente debilitado.
Antes de la muerte de su esposa, y su fiel compañera, Alicia Colombo, vivían según veranos e inviernos entre Buenos Aires y Madrid. Quien quiera respirar el espíritu de Mafalda lo podrá hacer hoy en los sitios preferidos de Quino en Madrid, el Parque del Retiro -donde paseaba largamente porque amaba su paz especial- y la mítica Plaza de la Paja en el llemado Madrid de los Austrias, uno de los lugares deliciosos de la capital con un estilo de vida muy especial. Por su salud, y la añoranza de su familia, sus sobrinos, desde 2017 Quino había retornado de Buenos Aires a Mendoza.
Quino se convirtió con Borges, Sábato y Cortázar en uno de los autores argentinos más traducidos en todo el mundo. Dejó un legado y huella igual de gigante con toda su obra y la icónica Mafalda, una historia cambiante segun la edad de los lectores. Para niños y jóvenes, Mafalda es enormemente atractiva y seductora. Para adultos y mayores. Mafalda se convierte en lúcida, implacable, crítica, e irreverente, siempre llena de sentencias que te golpean.
Quino, en muy poco tiempo afrontó la muerte de su abuelo, su madre y su padre. Estuvo y vistió de luto entre los 10 y los 18. Siempre amó el cine y el dibujo. Recibió la influencia de su tío, el pintor y diseñador Joaquín Tejón. Empezó estudios de Bellas Artes, que dejó en 1949.
Descubrió que sus lápices debían de adentrarse en el espacio difícil, complejo y siempre inexacto del humor. El 29 de septiembre de 1964 nació una tierna e inocente niña de cuatro años, con una melena recogida con un lacito, siempre muy crítica, destinada a lograr una fama, repercusión y proyección mundial tan importante como la de Eva Perón, dos figuras icónicas que han permanecido unidas de forma muy estrecha a la historia de Argentina, la real y la del peso de su cultura,
Mafalfa siempre fue amada por su sentido crítico y la inocencia con la que comentaba con sus padres la vida cotidiana y los hechos de la actualidad de su tiempo.
Curiosamente Mafalda nació para unos dibujos publicitarios para la marca de lavadoras Mansfield. Fue el primer dibujo. Pero la campaña no fue aceptada y las viñetas se archivaron.
Dos años, en 1964, la imagen de Mafalda se publicó por primera vez en la revista Primera Plana. Un año después apareció acompañada de su amigo Felipe. Luego se sumaron Manolito, Susanita y Libertad. El último, Guille, su hermano menor.
Mafalda no aguantaba la sopa pero amaba los pancakes y el llanero solitario. Nunca dejó de ser una caja de sorpresas con feroces críticas sociales y políticas pero siempre llenas de inocencia y ternura. Mil viñetas en tan sólo ocho años, con un dibujo delicado y perfecto, de trazo muy fino y exacto en los detalles, convirtieron la obra de Quino en legado imprescindible de la cultura. De forma muy especial el Rey Felipe VI rindió homenaje y reconocimiento a Quino en la emotiva entrega del premio Principe de Asturias de la Comunicación y Humanidades en el 2014.
Mafalda siempre estaba atento a todo lo que la rodeaba. Una gran dibujo de Quino retrató perfectamente su espíritu. Mafalda llevó una vez en plena madrugada a toda su pandilla, en un Buenos Aires desierto, para ver a su papá en pijama acariciando con amor en plena calle y sacando brillo al mítico dos caballos de Citroen que acababa de comprar. De forma mordaz, Mafalda quiso que su propia pandilla contemplara en directo el mundo incomprensible de la reacción de los mayores ante la vida y sus circunstancias.