Carles Puigdemont ha decidido jugar sus cartas hasta el final. Quiere alargar la sesión de investidura -según informaciones de Hechos de Hoy– hasta la fecha peligrosa del 26 de noviembre. Es la fecha límite marcada por la Constitución. Si antes de esta fecha no se ha investido a un presidente, se disolverán las Cortes Generales y quedará finalizada la Legislatura.
Por lo pronto ha obligado al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, a admitir por primera vez en Granada que el PSOE negocia con Junts una Ley de Amnistía.
A la vez ha comunicado al PSOE que no se abstendrá en la investidura de Pedro Sánchez y que su voto será o un sí o un no. De esta forma el PSOE no podrá explorar una fórmula alternativa a la investidura que pase por el voto favorable de Coalición Canaria y la abstención de JxCat.
Puigdemont ha asegurado que sus siete diputados serán decisivos de cara a la investidura, tanto si llega a un acuerdo con el PSOE como si no, ya que Sánchez necesitará más síes que noes para ser presidente.
A la vez Carles Puigdemont ha criticado el papel del líder del PSC, Salvador Illa, como interlocutor en las negociaciones para la investidura. Aseguró en su cuenta de X que Illa “no podrá ser nunca un interlocutor válido para generar confianza” en dichas negociaciones.
Antes del mensaje de Puigdemont, el secretario general de JxCat, Jordi Turull, ha asegurado que “dar protagonismo” a “quien engañó a Junts el día antes del pacto de la vergüenza en Barcelona para impedir que Xavier Trias fuese alcalde” es “una manera muy extraña de demostrarnos que son de fiar”.
