Podemos robó el show desde el comienzo. Pablo Iglesias Turrión con el puño en alto quiso acaparar la atención de los focos arremetiendo con dureza contra el pacto que permitió la elección de Patxi López (ver en Hechos de Hoy, Patxi López, nuevo presidente del Congreso en la legislatura más incierta).
Una buena muestra de lo sucedido fue el gesto de Carolina Bescansa. Se presentó en el Congreso de los Diputados con su bebé de seis meses. En lugar de utilizar el servicio de guardería de la Cámara llevó a su hijo al escaño donde le amamantó durante la sesión constituyente de las Cortes. El bebé recibió incluso un voto como candidato a la presidencia del Congreso.
El apoyo del Partido Socialista (PSOE) y Ciudadanos a Patxi López para presidir la Cámara tras la renuncia del Partido Popular a presentar candidato causó un fuerte choque político. Patxi López se convirtió en el presidente del Congreso de los Diputados con menos apoyos desde la Transición, sólo 130 de los 350 diputados.
En su primera intervención llamó al diálogo y al entendimiento subrayando que “es más lo que nos une que lo que nos separa”. La legislatura arrancó con las cartas bien marcadas. Sólo una gobernanza apoyada por PP, PSOE y Ciudadanos puede alumbrar un gobierno basado en los ejes de consensos.
Consolidar la recuperación económica y del empleo y afrontar los desafíos de la secesión en Cataluña, y actuar frente a la cadena de amenazas del terrorismo yihadista, aparecen como prioridades políticas. Difícil misión para Patzi López de hallar un hilo conductor para construir una mayoría de gobierno.
El arranque de la legislatura dejó primeras lecciones. Desnudó lo inconsistente del pacto a la portuguesa defendido por Pedro Sánchez y su afán de buscar una alianza con Podemos y la izquierda radical independentista. Las señales de que sólo una colaboración entre PP. PSOE y Ciudadanos puede evitar nuevos comicios son ya evidentes.
No sólo esta en juego asentar y fortalecer la fuerte recuperación económica de España. Una situación de desgobierno y de falta de respuestas políticas enviará un pésimo mensaje a la Unión Europea. Y encenderá además una crisis en la Eurozona de mayor gravedad que la abierta por Grecia.