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PAZ, FRATERNIDAD, LIBERTAD

Palabras con mayúsculas para escribir desde el corazón y la verdad

De Salvador Pániker que asegura que "cuando comienzan las palabras con mayúsculas, empiezan los crímenes" a "Imagine" que invita a pensar en un mundo feliz, en paz, sin naciones ni religiones.

Hechosdehoy / José Ángel Domínguez
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The Angel Gabriel from Heaven came
His wings as drifted snow, his eyes as flame
“All hail” said he thou Holy Maiden Mary
(Gabriel’s message, villancico)

"Cuando comienzan las palabras con mayúsculas -patria, partido, Dios-, empiezan los crímenes" (Salvador Pániker, ABC Cultural, 20/11/2015). El pensador barcelonés, Salvador Pániker (1927) simplificaba una idea algo más compleja así, como si el origen de toda injusticia estuviese en iniciar con mayúscula palabras transcendentes o al menos transitivas: patria, partido, Dios. Él sabrá porqué lo dice y, en el sentido oculto de lo que quiere expresar, quizás tenga razón. Pero la raíz del mal no está en las palabras ni en la enormidad de la que lo encabeza – en alemán todos los sustantivos se escriben con mayúscula inicial – sino en el interior del hombre.

Llevamos unas décadas en que desde liderazgos notables se procura extender una sospecha de maldad sobre la Religión: sobre toda religión, indiscriminadamente. De hecho el pensador citado – de modo consciente o no – participa de la letra de una célebre canción de The Beatles, Imagine (1971), que invita a pensar en un mundo feliz, en paz y sosegado donde han desaparecido las naciones y no hay ninguna religión (“nothing to kill or die for /and no religion to”).

Pero la consecuencia de este modo de pensar es que si las mujeres y los hombres no tienen nada por lo que morir, tampoco tienen algo por lo que vivir. El abstencionismo nihilista también acaba matando. Y dejando morir. Eso está pasando en grandes urbes europeas y americanas, y en vastas extensiones de Irak, Siria y paupérrimos países de África. Eso se ha visto esta semana en la estación de Colonia y a diario en pasillos de algunos hospitales. La muerte no importa y la vida menos. Titulares, cifras, viñetas, ruido… y después nada.

No necesito imaginarme un mundo sin religión; de hecho es trágicamente palpable en la miseria de muchos países. En el nuestro, además, ese laicismo aguerrido gusta revestirse de ordinariez y chabacanería, como lo ha hecho en las figuras de cortesanas de burdel del Oeste con las que el Ayuntamiento de Valencia ha querido matar la ilusión de los niños por sus Reyes Magos de Oriente.

No necesito imaginarme un mundo sin religión: ya es visible en el olvido de la compasión que padecen miles de almas en el nuestro; ya es audible en el llanto del hambre, de la trata de blancas o en las muertes de mujeres a manos de quienes, por compromiso y lealtad, debieron dar vida y alegría. Y también veo ese mundo sin religión en la manipulación de sentimientos para ganar posiciones de poder político y en el mismo odio fanático de quien mata a otro en nombre de Alá: una religión es la firme creencia en Dios, que lleva a su adoración y a unirse con los demás hombres, no a matarlos.

Poner Dios con mayúscula es poner con mayúsculas las palabras Hermano y Hermana referidas a cada una, a cada uno de los hijos e hijas de Dios en la Tierra. De hecho la invocación revolucionaria a la Fraternidad, que comparto, sería – es – un hueco sonido sin la referencia tierna a una Padre común que es amor.

Por eso, lejos del fanatismo y del dejar que todo pase sin más, lejos de la intolerancia y de la falta de convicciones el amor es capaz de desenmascarar tanto la falsa, la nula religión de los asesinos, cuanto la cobarde comodidad de cada uno de nosotros, y de nuestros políticos, y la de nuestros intelectuales.

Sin Dios, escrito y vivido con mayúscula en el corazón del hombre, es él el que se alza primero contra los otros (vía indiferencia o vía violencia), luego contra Dios, para culminar en la propia aniquilación moral; acaso incluso física por el eufemístico expediente de la muerte digna.

No: del mal que existe el culpable no es Dios. Pero en el bien que queda por hacer – aquí mismo y ahora – la última palabra está en nuestras manos y esa palabra se llama Libertad.

En la misma entrevista, Pániker parece llegar a esa misma conclusión cuando afirma: "Al fin y al cabo, terminarás dando la vida, entonces al menos dala por algo que te importe más que tú mismo”.

Idea fuente: la palabra se escribe con mayúscula en el corazón para hacer el bien de modo irrevocable.

Música que escucho. Gabriel’s Message, Sting (2009). Gabriel’s Message está tomado del villancico popular vasco Birjina gaztetto bat zegoen; traducido y versionado en varios idiomas, el propio Sting lo lanzó en su Russians de 1985. Muy apreciada la interpretación del Coro del King’s College de Cambridge en su tradicional Concierto de Navidad.

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