Estados Unidos no se implicará en nuevas guerras terrestres en Asia y Oriente Medio. El criterio de Barack Obama es muy firme. Sin embargo Estados Unidos no descarta una nueva intervención en Irak ante el poder de la secta yihadista radical Estado Islámico de Irak y el Levante, más conocida por sus siglas de EIIL o ISIS. La alerta definitiva llegó con la caída de Mosul.

Analistas militares, en informaciones recogidas por Hechos de Hoy, destacaron la importancia de la movilización naval por Estados Unidos del portaaviones George H.W. Bush y los destructores Truxtun y Philippine Sea. Están equipados con misiles y y cuentan con una importante fuerza aérea.

Abu Bakr el Bagdadi (Abu Bakr al-Baghdadi o Baghdadi) – el líder fanático de ISIS- está siendo analizado en Washington como el nuevo Bin Laden, llevando a Bagdad el fantasma de lo que fue Saigón en sus días más críticos. Nunca antes, ni siquiera el propio Bin Laden, había liderado a milicias tan poderosas, controlando un territorio tan gigantesco y gestionando recursos tan poderosos como el control de pozos petroleros. Abu Bakr se refiere al nombre del primer califa y compañero del profeta Mahoma, y Al Baghdadi, simplemente a Bagdad.

Muy diferente a las personalidades de Bin Laden y su lugarteniente, el egipcio Ayman al Zawahiri -en lo que Al Qaeda y sus ocho círculos- Baghdadi rehúye Internet y los vídeos de YouTube. No quiere aparecer en redes ni busca publicidad y menos tiene ego y vanidad. Ha levantado la bandera de una especie de Legión Islámica radical en un movimiento surgido además contra el poder de la marca de Al Qaeda.

Su feudo natal fue el de la provincia de Diala, en el este de Irak. Fue allí donde se forjó su personalidad en el marco de feroces luchas de kurdos, chíes y suníes. Baghdadi, que estudió en la universidad islámica de Bagdad, no tiene pasado militar, pasando a la acción en la lucha contra la invasión de Estados Unidos y Gran Bretaña en lo que fue la guerra de Irak (2003-2011).

Tiene un ejército de miles de milicianos en Irak y Siria. Es la guerrilla islamista más poderosa de la historia moderna. Nunca surgió un fenómeno como el  de ISIS aterrorizando a miles y miles de personas con una catástrofe humanitaria de refugiados ante el temor que inspiran a quienes no se pliegan a su poder. Bajo la bandera negra, desafían a todos los que se oponen a un estado islámico radical.

Ha hecho tambalear a Irak con el presidente, el kurdo Jalal Talabani, hospitalizado en Alemania desde hace meses; un muy discutido primer ministro, el chií Nuri al Maliki; y unas fuerzas armadas -Ejército y Policía, impotentes para implicarse en operaciones de envergadura. Es tan grande el peligro que el gran ayatolá Al Sistani hizo un llamamiento para combatir a los terroristas, defender el país y los lugares santos.

Barack Obama descartó enviar tropas terrestres pero explicó la situación. Espera que la inteligencia estadounidense tenga una descripción del conflicto y determine objetivos. Pero a la vez fijó metas a Al Maliki de promover la estabilidad y acabar con las tensiones internas. Irán observa la situación. También lo hacen Arabia Saudí e Israel, todos ellos desde ópticas diferentes. En los diferentes escenarios saben que no es una alarma de acciones militares a corto espacio sino un desafío político a toda regla