Los rehenes fueron liberados por la intervención de efectivos de Mali con apoyo de fuerzas de Francia y Estados Unidos, y cascos azules.
Miembros de las Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos colaboraron en el operativo. Un portavoz del Mando para África explicó que se ayudó a trasladar a lugares seguros a los civiles que estaban en las cercanías del hotel.
Por su parte, Francia movilizó a 40 agentes de las fuerzas especiales de intervención (GIGN) y a "una decena" de agentes de la policía científica. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, confirmó en Kuala Lumpur (Malasia) el seguimiento de esta crisis (ver en Hechos de Hoy, Asalto al Radisson Blu, sede de Air France en Bamako, capital de Mali).
Una escena compleja
El asalto al hotel Radisson de Bamako ha ilustrado de forma trágica sobre la semilla dejada por Al Qaeda y las milicias que observan las acciones de Daesh (Estado Islámico, ISIS).
En el cruce entre el Sahara y el Sahel -en el oeste de África- se han juntado negreros, narcotradicantes, traficantes de armas, simples bandidos y terroristas.
Uno de estos grupos es Al Morabitún, quien asumió el asalto de Bamako. La MUYAO ha sido el grupo de yihadistas saharianos con un papel destacado en el levantamiento en el norte de Malí en 2012. Son las bandas que rompieron con la organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).
En 2012 Francia intervino de manera decisiva para impedir el derrumbe de Mali y la toma del poder por la alianza de tuaregs y yihadistas. Es un escenario en el que han surgido predicadores del odio
Malí, Níger, Burkina Faso, Mauritania y Chad son los países que ven con alarma esta extensión de bandas yihadistas. Especialmente Níger y Chad saben que a todos los desafíos tienen que sumar el de Boko Haram, la secta islamista fundamentalista más salvaje que actúa sobre todo en Nigería.