Atención a una cuestión crucial que estalló en horas y a los acontecimientos de este sábado 24. Pueden acabar erosionando, al margen de la solución final que se determine, el capital político de Pedro Sánchez en el corazón de la Unión Europea.
Llueve sobre mojado. En los pasillos de la Comisión Europea se está asegurando que el Gobierno de Pedro Sánchez paga sus errores con el Brexit. No hay dudas en Bruselas en señalar de manera oficiosa que el cambio de estrategia para la negociación sobre Gibraltar ha sido un grave despropósito.
Pero lo que molesta extraordinariamente en Bruselas, en los equipos de Donald Tusk y Jean-Claude Juncker, es la irresponsabilidad de Pedro Sánchez y su forma de actuar. Juncker canceló su agenda ante el giro en Londres en torno al Brexit y la cadena de acontecimientos en horas de extrema importancia para la Unión Europea.
El presidente del Gobierno de España mantuvo sin embargo su agenda de sus viajes a Valladolid y La Habana. Desde Valladolid estableció, con intérpretes, una larga llamada telefónica con Theresa May. Dio a su finalización una versión muy diferente a la ofrecida al día siguiente por la primera ministra del Reino Unido en los Comunes.
Pedro Sánchez mantuvo además su viaje a La Habana. No lo canceló pese a la importancia y gavedad del hilo fino que rodea al Brexit. afectando de forma muy especial a España. Irritaron además en Bruselas ante las amenazas desde La Habana de vetar el acuerdo y boicotear el Consejo Europeo.
Theresa May no ha dudado en viajar a Bruselas esta semana y mantener de forma constante un canal directo de cmunicación con la Comisión Europea dejando al costado el resto de su agenda. De la misma forma actuó el primer ministro de Grecia en los días de la gran crisis. Sin embargo Pedro Sánchez no quiso modificar un viaje a La Habana que pudo cancelar y realizar en otro momento. Dejó en manos del secretario de Estado y el embajador una misión muy delicada en lugar de implicarse directamente.
Está por escribir el final. No habrá reproches de la Comisión Europea. pero pueden producirse graves daño para el capital político del presidente del Gobierno. Y, evidentemente, consecuencias muy negativas para España.