El centro de París y en concreto los Campos Elíseos, un lugar acostumbrado al lujo y a las tiendas exclusivas, se ha convertido este sábado en lo más parecido a un campo de batalla. Volaron las piedras, varios coches estaban en llamas, barricadas impedían el paso y las nubes de gas lacrimógeno lo envolvía todo.
Las reformas de Emmanuel Macron sacaron de nuevo a la calle, al igual que 14 y el 27 de noviembre, a los llamados "chalecos amarillos". Sus protestas, que duran ya tres semanas, se dirigen contra la subida de los combustibles y exigen la subida del sueldo mínimo y la bajada de impuestos. En los últimos tres días, las protestas han escalado. 5.000 antidisturbios se desplegaron el sábado en los Campos Elíseos dispuestos a poner fin a un estallido de violencia nunca visto en las últimas décadas, en palabras del primer ministro Édouard Philippe.
Este sábado, los chalecos amarillos se atrincheraron en la Plaza de la Estrella, debajo del Arco de Triunfo gritando "Macron dimisión", "Macron, no nos tomes por idiotas" o "Vivir libre o morir", realizando pintadas en el lugar donde se rinde homenaje al soldado desconocido y montando barricadas.
Desde Buenos Aires, el presidente francés Emmanuel Macron aseguró que "nunca aceptaré la violencia" y que "ningún asunto justifica el ataque a funcionarios del estado, el saqueo de tiendas, la agresión de transeúntes y periodistas y la profanación del Arco de Triunfo".
Según medios franceses, 287 manifestantes fueron detenidos y más de 110 personas han resultado heridas, entre ellos 14 policías. Decenas de coches ardieron en uno de los sábados más caóticos en la capital francesa y en otras ciudades a lo largo y ancho de Francia.