Después de ser nominado en dos ocasiones al Oscar por sus actuaciones en Ali de Michael Mann y por En busca de la felicidad de Gabriele Muccino, y tras el estrepitoso fracaso de proyectos más comerciales como After Earth, Will Smith sigue su camino tras la estatuilla (aunque este año esté exenta de ella) con una historia basada en hechos reales un tanto polémica.

La película sigue los pasos del doctor Omalu. Un forense inmigrante de origen nigeriano, al que por casualidad mandan hacer la autopsia de Mike Webster, antigua estrella del fútbol americano y que vivía en la indigencia. Durante la autopsia encuentra anomalías en su cerebro. No entiende que un hombre pueda haberse vuelto loco estando tan sano a los 50 años.

Como no es aficionado al fútbol americano, empieza a investigar ese deporte. Y es ahí cuando descubre la enfermedad de la Encelopatía traumática crónica. Obviamente el lobby montado en torno al fútbol intentará desacreditarle y pararle los pies. En su cruzada encontrará también aliados, como no.

Omalu lo compara con los animales, como un carnero o un pájaro carpintero, que hacen uso de su fuerza teniendo como contrapunto un "cinturón de seguridad" en su cabeza que les permite realizar sus acciones sin problema alguno. En el fútbol americano, la fuerza g (medida de aceleración) con la que se golpean, sobrepasa los límites humanos permitidos pudiendo causar graves trastornos.

Smith se muestra más preocupado por el acento de su personaje y por el drama familiar que por  los jugadores de fútbol americano que sufren conmociones por golpes en la cabeza.

Así, el filme de Peter Landesman se queda a mitad de camino buscando conmover con el drama matrimonial en escenas que están plagadas de diálogos absurdos, en perjuicio de una historia interesante, aunque la buena labor de Will Smith, Albert Brooks y Alec Baldwin hacen casi todo el trabajo. 

Will Smith, para muchos el gran olvidado en las nominaciones de los Óscar, desempeña un buen papel, y sería excelente si la trama hubiera hecho de su personaje algo más desgarrador, ya que lo único que le falta a Will para ser recordado son dos secuencias en las que se deje le garganta y en donde se deje llevar por las emociones.
 

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