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LA ALEGRÍA DEL AMOR

Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Mario Benedetti y “La fiesta de Babette”

El Papa dejó todas las puertas abiertas a la integración de los divorciados vueltos a casar. Es su muy esperada exhortación apostólica ("Amoris Laetitia") que escribió tras los dos sínodos de obispos.

Hechosdehoy / Hechos de Hoy / Mario M. García
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No es un vuelco ni un cambio. Dicho esto, el papa Francisco no decepcionó con Amoris Laetitia, La alegría del amor. Pero tampoco se doblegó a sus críticos dentro de la Curia, a los sectores más conservadores y dogmáticos, a quienes aún  no han comprendido el papado histórico del jesuita que está cambiando, con mano firme, el timón de la Iglesia en una nueva singladura.

La alegría del amor marca de nuevo una hora importante en Ciudad del Vaticano. En los dos sínodos de obispos los debates estuvieron muy encendidos sobre todas las cuestiones morales que son centrales.

La mirada de Francisco es ante todo la de la generosidad para los desafíos de las familias en el mundo acual, que es el de profundísimos cambios y hábitos, y nuevos paradigmas. De forma sencilla y comprensible, como es el sello de Jorge Mario Bergoglio, el Papa ha querido dejar todas las puertas abiertas para una mayor integración de los divorciados que se han vuelto a casar. Así como para todos aquellos que participan de la vida de la Iglesia "de modo incompleto".

El capítulo 8 es el más importante, el de un mayor cambio. Francisco lo encabezó bajo el título bien significativo de Acompañar, discernir e integrar. En medios vaticanistas, como se destacó a Hechos de Hoy, se admitió que este enfoque pastoral no será comprendido en parte de la Curia, ni en los sectores conservadores de la Iglesia que no admiten los matices, las zonas grises.

Es un texto para leer. Lleno de interés. El Papa cita a Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Mario Benedetti, Martin Luther King, y Erich Fromm. También se refiere a la película La fiesta de Babette. No es un texto oscuro o de difícil acceso. Para decirlo muy sinceramente, es una reflexión de Francisco y no del papa emérito Benedicto XVI.

Una de las virtudes de Francisco -su gran virtud- es la de la espontaneidad. Cuando está de buen humor y cuando se enfada como mostró el vídeo que se hizo viral de su viaje a México. También su hondura. Porque se puede ser sencillo y a la vez muy profundo.

Durante cinco décadas Jorge Mario Bergoglioha sido sacerdote y obispo en la metrópoli de Buenos Aires. Conoce en directo lo que son las luces y sombras de hombres y mujeres, de las familias. Del narcisismo a la crueldad, la violencia que es a veces más psicológica que física, a los desprecios, el aplastar a las personas. El no dejar espacio para que nazca el amor y la rectificación.

Quien quiera contemplar con espíritu crítico estas reflexiones debe saber también que hay una gran autocrítica, y una llamada a la preparación de los sacerdotes.

Con inteligencia, el Papa no contempló de manera general que todos los divorciados vueltos a casar puedan recibir la comunión. No fijó una nueva norma pero tampoco cerró esa puerta. Los divorciados vueltos a casar no sólo no pueden comulgar, sino que tampoco pueden ser padrinos de bautismo o confirmación, ni leer lecturas en misa. Francisco ha abierto el cambio. La prohibición dejó de ser determinante.

Llamó de nuevo a los sacerdotes a que el confesionario "no debe ser una sala de tortura, sino el lugar de la misericordia del Señor". La eucaristía "no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio para los más débiles". El Papa acuñó con belleza su reflexión.

En asuntos debatidos, Francisco evitó ser hiriente. No fue el asunto central, pero tampoco se calló. Expuso con sencillez el criterio de que no se pueden equiparar las uniones gay con el matrimonio entre un hombre y una mujer.

Jorge Mario Bergogliorecuerda al clero en general que “nadie puede ser condenado para siempre”. Fijó además el marco general hacia quienes se dirige. "No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión, sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren".

"Un pastor no puede sentirse satisfecho solo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones irregulares, como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas”. Francisco llama a analizar las condiciones de cada caso.

Escribió con un ojo en la Curia palabras muy sencillas de comprensión. "Es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado, se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda creer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia". Son los mensajes de La alegría del amor, llamado a ser un texto de referencia para quienes quieran comprender la grandeza de amar y escuchar.

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