Se han cumplido los peores vaticinios. La invasión de Rusia de Ucrania desde diferentes frentes es una auténtica tragedia. Además, y lamentablemente, a Ucrania solo se le puede ayudar de forma limitada, porque si Occidente interviene militarmente, el peligro de una guerra nuclear se convertiría en demasiado real y grande. 

Urge sancionar a Rusia de la forma más estricta para intentar aislarla, aun sabiendo que siempre le quedará abierta la puerta de atrás, es decir, la de China. En las próximas semanas, meses, la población rusa sentirá que la brutal orden dada por Putin le afectará de  lleno.

Pero no nos engañemos. Sancionar a Rusia le puede salir muy caro a los europeos y además en medio de la pandemia de la COVID-19 aún sin resolver. Por ejemplo, sacar a los bancos rusos de Swift es una medida muy contundente, pero con efectos imprevistos para el sistema financiero europeo.

Lo peor de esta flagrante violación del derecho internacional, de este ataque brutal a Ucrania, es dejar que Vladimir Putin se salga con la suya. Tarde o temprano significaría renunciar a nuestra libertad. Tras esta declaración de guerra de Putin a Europa ¿qué es más importante: la paz o la libertad? Occidente ha respondido a esta pregunta defendiendo por encima de todo la libertad.

Los que consideren la paz como nuestro bien supremo, deberían de tener en cuenta las palabras del sagaz estadista estadounidense Henry Kissinger: "Si la preservación de la paz -la paz, concebida como la prevención de la guerra- es el objetivo principal de un Estado o de un grupo de Estados, el destino del sistema internacional depende del miembro más despiadado de la comunidad internacional”.

Este jueves, al comenzar la invasión de su país, el presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, realizó una comparación irrefutable. “Rusia atacó a traición a nuestro Estado por la mañana, como lo hizo la Alemania nazi en los años de la Segunda Guerra Mundial,” afirmó.

Con la invasión de Ucrania ha vuelto la guerra a Europa. La peor noticia.