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Haití esté sumido en la extrema pobreza. (Foto: Pixabay)

VENTANAS EN EL ESPACIO

Haití está ahí y no se va, aunque el mundo se haga el sordo, mudo y ciego

Echar leña al fuego es mala idea porque Haití está ardiendo, no por guerra civil de baja intensidad como dijo el presidente Luis Abinader, sino por un derrumbe institucional y económico.

Hechosdehoy / Rosario Espinal

La República Dominicana no es responsable de Haití, ¡obvio! Pero la República Dominicana comparte la isla con Haití, y aún si el mundo entero se desentiende, Haití seguirá ahí. Por tanto, hay que repensar las cosas para mejorar, no empeorar.

¿Qué se ha hecho históricamente?

Primero, facilitar la migración indocumentada de haitianos a la República Dominicana mediante una red de corrupción fronteriza para que realicen los trabajos duros por bajos salarios. Se han beneficiado muchos empresarios, los gobiernos, y también la población que obtiene alimentos y viviendas a menor costo por esa mano de obra barata.

Como resultado, en la República Dominicana hay una masa poblacional sin documentación, pobre y explotada (aunque esté mejor que en su país), que requiere servicios y se reproduce (son seres humanos). Eso tiene un costo.

Segundo, se ha mantenido el comercio de frontera ilegal y desorganizado.

Tercero, se agita políticamente con el tema haitiano cuando empeoran las cosas en Haití, o cuando hay alguna necesidad para generar apoyos políticos de este lado. Eso viene de lejos y parece que se agudizará en los próximos años, ya que muchos políticos (dominicanos y haitianos) ven beneficios políticos en explotar el tema.

¿Qué debería hacerse?

Primero, regularizar la población inmigrante haitiana que la República Dominicana pueda laboralmente absorber y tenga raíces en el país.

Lamentablemente eso no se hará porque no conviene a la economía dominicana, dependiente de mano de obra barata indocumentada. Por tanto, seguirá aumentado la población haitiana, incluidos los descendientes nacidos y criados en suelo dominicano, que no tienen vía legal para acceder a la nacionalidad dominicana porque la Constitución de 2010 y la Sentencia TC 168-13 se lo niegan, problema que seguirá agudizándose.

Segundo, organizar el comercio de frontera, beneficioso para ambos países; sobre todo, para la República Dominicana, la gran exportadora.

Sugerencia concreta: en tres puntos fronterizos debería construirse una gran instalación donde operen las autoridades dominicanas de migración y aduanas, el mercado binacional y lleguen los camiones dominicanos a descargar mercancías de exportación, para que, de ahí en adelante, el transporte lo realicen los haitianos. En la vecindad de esas zonas comerciales, del lado haitiano, podrían construirse los hospitales que donen organismos internacionales e institutos de entrenamiento laboral.

Tercero, en vez de agitar políticamente con el tema haitiano, la República Dominicana debe ver a Haití como una oportunidad de exportación, pero, sobre todo, como un país vecino que no se va, y mientras mejor le vaya, mejor para la República Dominicana.

Cierto, Haití necesita un gobierno estable para hacer planes y acuerdos, pero ese gobierno no llegará mientras Haití esté sumido en la extrema pobreza. Por eso, lo más conveniente para la República Dominicana es contribuir al desarrollo de Haití sin dilación, no por caridad, sino por interés propio.

La comunidad internacional puede hacerse la sorda, ciega y muda. La República Dominicana no. Echar leña al fuego es mala idea porque Haití está ardiendo, no por guerra civil de baja intensidad como dijo el presidente Luis Abinader, sino por un derrumbe institucional y económico.

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