En su mensaje de Navidad, el papa Francisco pidió paz en Jerusalén y rezar para alcanzar una solución “con dos Estados”. Se refirió a un mundo en el que “soplan vientos de guerra y un modelo de desarrollo ya caduco sigue provocando degradación humana, social y ambiental”.

En Ciudad del Vaticano, en los actos de Nochebuena, Misa del Gallo, y Navidad, el Papa se ha mostrado con vigor viviendo intensamente las celebraciones.  En su mensaje al impartir la bendición Urbi et Orbi, puso el énfasis sobre Jerusalén y Venezuela.

La decisión de Donald Trump de trasladar la Embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén ha abierto una espiral de tensión, violencia y frustración, No ha supuesto ni una victoria política para Donald Trump ni mucho menos para Benjamín Netanyahu.

Jerusalén y Belén, con menos peregrinos, han vivido de una de sus Navidades más tristes. Venezuela avanza a un escenario de destrucción de sus instituciones republicanas y de desastre económico y social.

Para Francisco se debe respetar el status quo de Jerusalén. Lo grave de lo sucedido ha sido el paso atrás dado por Estados Unidos. Ya no podrá actuar como mediador. La única solución para el foco de crisis en Oriente Medio pasa por la convivencia entre dos Estados, Israel y Palestina, y Jerusalén como ciudad abierta para judíos, musulmanes y cristianos. Francisco pidió “paz para la ciudad y para toda la Tierra Santa” desvelando que reza para alcanzar una solución con "dos Estados".

“Recemos para que entre las partes implicadas prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo y se pueda finalmente alcanzar una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de unas fronteras acordadas entre ellos y reconocidas a nivel internacional”, dijo Francisco llamando a superar las tensiones en una “tierra martirizada”.

El primer jesuita Papa se refirió crudamente a un mundo en el que “soplan vientos de guerra y un modelo de desarrollo ya caduco sigue provocando degradación humana, social y ambiental”. Mostró a la vez su profunda preocupación por el derrumbe de Venezuela bajo la gestión de Nicolás Maduro con ola de delincuencia, falta de alimentos y un total y dramático desabastecimiento de medicinas. Francisco instó a "un diálogo sereno entre los diversos componentes sociales por el bien de todo el querido pueblo venezolano”.

En su mensaje de Navidad clamó por la paz, la justicia, y la reconciliación en Siria. Instó a “volver a encontrar el respeto por la dignidad de cada persona, mediante el compromiso unánime de reconstruir el tejido social con independencia de la etnia o religión a la que se pertenezca”.

Se refirió a Irak “que todavía sigue herido y dividido por las hostilidades que lo han golpeado en los últimos quince años”. Y lamento el pulso político entre Arabia Saudí e Irán en la guerra del Yemen con “graves consecuencias humanitarias para la población que padece el hambre y la propagación de enfermedades”.

Francisco siguió siendo exigente sobre el escándalo de las tramas de negreros en Africa y el Mediterráneo, y la crisis de refugiados. Un asunto que ha tratado en profundidad en varios encuentros con la canciller Angela Merkel. 

Fue emocionante el momento en que se refirió a “tantos niños obligados a abandonar sus países, a viajar solos en condiciones inhumanas, siendo fácil presa para los traficantes de personas”. Y aludió al “drama de tantos emigrantes forzosos que arriesgan incluso sus vidas para emprender viajes agotadores que muchas veces terminan en una tragedia”.

De nuevo quiso subrayar los momentos centrales de su reciente viaje a Myanmar y Bangladesh con la persecución de los rohingya. "Espero que la comunidad internacional no deje de trabajar para que se tutele adecuadamente la dignidad de las minorías que habitan en la región", subrayó Francisco.

Enfatizó las crisis abiertas en torno a Corea del Norte y Ucrania. "Recemos para que en la península coreana se superen los antagonismos y aumente la confianza mutua por el bien de todo el mundo”, destacó el Papa poniendo el foco finalmente sobre las crisis humanitarias en Sudán del Sur, Somalia, Burundi, República Democrática del Congo, la República Centroafricana y Nigeria.