Misterio en Moscú sobre el actual Jefe de Estado Mayor, el general Valeri Guerásimov. Por el momento, los servicios occidentales apuntan a Serguéi Shoigú, ministro de Defensa, como el hombre fuerte (en el plano militar) en un escenario de aguas turbulentas. Sin duda está en marcha un largo golpe de Estado en Moscú que puede necesitar meses para su desenlace final.
Los analistas apuntan a tres focos:
– El deterioro que se acelera de la salud de Vladimir Putin.
– La preocupación de jefes militares por la necesidad final sin humillación en la guerra de Ucrania. Crece a la vez el temor a desórdenes y revueltas populares en la Federación de Rusia.
– La movilización de las clases políticas para evitar que Putin pueda nombrar como sucesor a un delfín en el último momento que sea un completo outsider como el joven Dmitri Kovalev, de 36 años, del Staff del presidente.
Mark Galeotti, profesor honorario en la Escuela de Estudios Eslavos y de Europa del Este en la University Collegue de Londres, reveló que Putin está “cada vez más solo”.
Se desconoce si Putin llegó a contraer la COVID-19. Pudo haber estado muy grave y tener secuelas. O padecer un sentimiento paranoico a quedar infectado.
Putin no ha podido evitar tampoco que hayan estallado (y trascendido) graves discrepancias en el Kremlin sobre el error letal para Rusia de invadir Ucrania de una manera frívola e irresposable. Fue muy diferente el golpe de mano sorpresivo para tomar la Península de Crimea que ordenar la mayor movilización de tropas, tanques, aviones y buques desde la II Guerra Mundial.
“La desastrosa invasión militar de Rusia en Ucrania está tirando la economía “a la basura”, ha afirmado Elvira Nabiullina, la gobernadora del Banco Central en una declaración incendiaria antes de intentar huir de Moscú. Putin frustó su fuga exigiéndola seguir en su puesto de gobernadora.
Atención a que la mayoría de asesores y ministros ya no son putinistas en Moscú. Ha arraigado el sentimiento del error histórico de invadir Ucrania que ha desconectado a Rusia de la economóa globalizada.
En el golpe de Estado que está avanzando, en círculos rusos se apunta a la necesidad de que exista una doble jefatura: un liderazgo militar reconocido ay a la vez el rol político de un nuevo jefe de Estado. Bajo el pretexto de la incapacidad de Putin (retirada, dimisión o detención), el primer ministro encabezaría un gobierno interino. Mikhail Mishustin, un moderado conocido por oponerse a la guerra, podría ser el lider de este golpe.
¿Qué escenarios podrían abrirse en Rusia?
1. Rusia vence a Ucrania ya es el escenario descartado.
2. Rusia podría declarar una victoria parcial antes del final de Putin.
3. Ucrania vence a Rusia e impone una retirada total recuerando plenamente la soberanía (la hipótesis que avanza).
4. Fin de la guerra con un acuerdo de paz negociado con Turquía. Un final con interrogantes.
Sobre todas estas hipótesis se ha pronunciado el general Kyrylo Budanov, responsable de la inteligencia ucraniana. Apuntó a que la guerra puede acabar a finales de año y que su paísrecuperará los territorios perdidos.
El general de división Kyrylo Budanov, de 36 años, afirmó incluso que ya se ha puesto en marcha un golpe de Estado para derrocar a Vladimir Putin y que Rusia perderá la guerra a finales de este año. Budanov añadió que a finales de verano habrá un punto de inflexión que supondrá la destitución de Putin como presidente. “Será en la segunda quincena de agosto”, explicó el general a Sky News.
El posible derrocamiento de Putin supondría un cambio radical en la invasión de Ucrania. Para Budanov a finales de año habrán acabado los combates y “renovaremos el poder ucraniano en todos nuestros territorios”.
Budanov ha criticado además con dureza a las tropas de Rusia señalado que actúan como “una horda de personas con armas”, calificando de mito el poder militar ruso. Sobre Vladimir Putin ha revelado que se encuentra en un “estado psicológico y físico muy malo”, debido al cáncer y otras enfermedades que padece.
Para analistas, gurús y mercados, hay coincidencia en señalar la emorme ebullición política que se está viviendo en San Petersburgo y Moscú ante un momento decisivo para Rusia, el final del putinismo en un clima incierto y peligroso.