Vacaciones agitadas para el presidente de Estados Unidos con frentes abiertos en todas las direcciones, incluida su crisis con los Clinton.
Barack Obama dejó al costado la situación en Irak para poner toda su atención en los graves disturbios en Ferguson, un suburbio de San Luis (estado de Misuri). Causó indignación, y generó graves disturbios, la muerte el sábado del joven negro Michael Brown, de 18 años. Murió desarmado a manos de la Policía.
El presidente Barack Obama declaró que ha pedido al Departamento de Justicia y al FBI que investiguen la muerte. Señaló que "no hay excusa para que la policía haga un uso excesivo de la fuerza". Ordenó al gobernador Jay Nixon una encuesta independiente de lo sucedido, señalando a la ciudad de San Luis que debe ser transparente en la investigación y su plan para proteger a la comunidad.
La Policía de San Luis se negó a identificar al oficial responsable de los disparos, además de efectuar 50 detenciones y responder a las protestas con gases lacrimógenos y balas de goma. Este muy grave episodio de San Luis abrumó al presidente.
"Es importante recordar que perdimos a un joven, esto es descorazonador, tenía sólo 18 años, y su familia ya no va a poder abrazarlo", dijo en una conferencia de prensa sobre este grave episodio de tensión racial con airadas protestas y saqueos.
Como sucedió en otros episodios en Miami y Los Ángeles, el presidente llamó a la Policía a la transparencia, Es uno de los asuntos delicados que siempre preocupan al presidente, dijeron analistas del pool de la Casa Blanca, en informaciones recogidas por Hechos de Hoy. En esta crisis de San Luis, el mensaje de Obama fue enérgico. "Cuando algo así ocurre la Policía tiene la obligación de ser abierta y transparente", señaló el presidente.