El gran director de orquesta italiano Claudio Abbado falleció este lunes a los 80 años en Bolonia (Italia). Era considerado uno de los más grandes del mundo y dirigió durante dos décadas la Scala de Milán antes de ponerse al frente, entre otros de la Filarmónica de Berlín. El pasado verano fue distinguido por el presidente Giorgio Napolitano como senador vitalicio y decidió destinar su sueldo a la Escuela de Música de la pequeña localidad de Fiesole en su último gesto para promocionar la música clásica.

Sus refinadas interpretaciones de un gran repertorio sinfónico y operístico, realizadas casi siempre de memoria, le valieron la dirección de las orquestas más veneradas. En el año 2000, a Abbado se le diagnosticó un cáncer de estómago contra el que estuvo luchando durante más de una década.

A lo largo de su carrera, el director milanés dirigió la Orquesta Sinfónica de Londres, la Orquesta Filarmónica de Berlín y fue director musical de los prestigiosos Teatros de La Scala de Milán o la Staatsoper de Viena. En 2011 recogió en Segovia el Premio Don Juan de Borbón de la Música 2010 por ser uno de los grandes directores de nuestro tiempo y por su compromiso con los jóvenes músicos.

Ilustre familia de músicos

Claudio Abbado nació en Milán el 26 de junio de 1933 hijo de padre violinista y profesor de conservatorio, y de madre pianista y escritora de libros infantiles. Claudio comenzó con piano, cello y órgano y se ganaba un dinero de bolsillo como organista de una parroquia. Estudió dirección de orquesta y composición en el conservatorio Guiseppe Verdi de Milán.

En 1958 debutó como director en Trieste para pasar después al Teatro de la Scala de Milán, dónde fue director de 1968 a 1986, cargo que mantuvo junto con la dirección de la Orquesta Sinfónica de Londres, de 1979 a 1989, y de la Ópera del Estado de Viena de 1986 a 1991.

A Claudio Abbado se le recuerda entre otros grandes cargos por haber tenido la responsabilidad de sustituir en 1989 al desaparecido Herbert von Karajan en la dirección de la Filarmónica de Berlín, de la que se despidió como director en 2002.

Pero también se le recuerda, sobre todo en Italia, como el director revolucionario por sus proyectos para llevar la música clásica a las cárceles o en los pediátricos de los hospitales, al considerar que "la educación musical es, en realidad, la educación del hombre". En 2010 también dirigió la Orquesta Juvenil Simón Bolívar de Venezuela y se encargó de impulsar y apadrinar al joven director venezolano Gustavo Dudamel.

Durante su larga trayectoria recibió numerosos galardones, como el título de Caballero de la Gran Croce italiana (1988) o la Cruz de la Legión de Honor francesa (1989), además de doctorados "honoris causa" por las Universidades de Ferrara (Italia) y Cambridge (Reino Unido).

En una encuesta realizada en 2011, Abbado fue elegido por la revista musical Classic Voice como el director vivo más importante del mundo.