Donald Trump volvió a sus esencias de análisis simple y grueso de las grandes cuestiones de la política internacional. No dudó, al abrir la gran batalla electoral en Florida frente a Hillary Clinton en rectificar el apoyo dado, personalmente, al pacto de Barack Obama con Raúl Castro.
De forma genérica. y en sus análisis de sal gruesa, anunció que si llega a la Casa Blanca rompera las relaciones diplomáticas con Cuba. Es decir arruinaría el legado de Barack Obama de poner punto final a la Guerra Fría en el Caribe. Aseguró que dará este paso si no se produce respuesta a su ultimátum de que Cuba reconozca las libertades.
Lo dijo sin matices, y con su retórica electoralista. Sin valorar los pasos que se están dando, el rol de la Iglesia en Cuba a favor de continuos pequeños pasos de diálogo y avances en derechos humanos, y la posición de México y Colombia para ayudar en la gran transición en Cuba, que será compleja y exigirá mediación y diálogo de trazo fino. Y contribución de la Unión Europea.
Donald Trump, cono tono de reto y desafío, dijo que sólo mantendría la política exterior actual si La Habana "cumple con nuestras demandas de libertad religiosa y política para todos los cubanos". "El próximo presidente puede cambiar esa política y eso es lo que voy a hacer salvo que el régimen de Castro esté a la altura de nuestras demandas", exigió el candidato republicano.
"Vamos a apoyar al pueblo cubano en su lucha contra la opresión comunista. El pacto de Obama solo beneficia al régimen Castro", insistió Donald Trump. Rompió así con el apoyo que dio desde el primer momento al presidente. La paradoja reside en que entonces Donald Trump apoyó al presidente mientras el Partido Republicano le criticaba. Hoy las cosas son al revés. Las paradojas y los peligro de una campaña envenenada.
– Ver en Hechos de Hoy, Desapareció la ventaja de Hillary Clinton sobre Donald Trump.