Pese a una escena internacional con el foco en la guerra civil en Siria y la grave situación en Irak, por el salvajismo extremo con el que actúa la guerrilla de Estado Islámico, el papa Francisco, y su número dos, Pietro Parolin, mantienen la atención en Brasil donde la fragmentación del voto católico puede ser decisivo en la segunda vuelta de los comicios presidenciales.
Marina Silva, hija de seringueiro (trabajador del caucho), como lo fue ella misma, en la selva amazónica, con una carrera política iniciada en el Estado de Acre, avanza en todas las encuestas y se afianza en los debates que se han celebrado en la televisión. Ya no se puede hablar de tormenta fugaz o de tendencia pasajera. La campaña está abierta y muy reñida y, en ningún caso -como destacó Hechos de Hoy-, se producirá una victoria por mayoría absoluta de Dilma Rousseff en la primera vuelta como habían previsto los analistas y las encuestas.
El efecto Marina -surgido tras el accidente aéreo en el que murió el candidato Eduardo Campos el 13 de agosto- es la suma de su carisma personal y del rechazo a la gestión de Dilma Rousseff y del Partido de los Trabajadores (PT)-. Una nueva encuesta apuntó incluso que Dilma Rousseff y la candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), Marina Silva, empatarían en la primera vuelta de los comicios. La primera vuelta se celebra el 5 de octubre, mientras que una segunda -si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta- tendría lugar el 26 de octubre.
El sondeo, realizado por la encuestadora Sensus, mostró que Dilma Rousseff obtendría el 29,8% de los votos en la primera vuelta, frente al 29,5% de Marina Silva. La candidata del PSB permanece en los sondeos como la ganadora de una posible segunda vuelta con un 47,6% de los votos, frente al 32,8% de Dilma Rousseff. Otros dos sondeos mostraron que el fulgurante avance de Marina Silva en las preferencias de los votantes se habría estabilizado y que Dilma Rousseff habría recuperado algo de terreno. Otros analistas sostienen que las encuestas apuntan a que la novedad de la candidatura de Marina Silva y las expresiones de solidaridad y tristeza por la muerte de Eduardo Campos, el candidato inicial del PSB, empezarían a desvanecerse.
Los análisis a las propuestas de Marina Silva -como la retirada de un compromiso de apoyar el matrimonio homosexual tras las denuncias de algunos pastores evangélicos- también le ha quitado algunos puntos a la candidata del PSB entre sus votantes de la clase media urbana. Sin embargo el índice de rechazo hacia Marina Silva -la proporción de votantes que afirma que nunca votarían por ella- es de un 22,3%, muy por debajo del 44,3% que no quiere un segundo período de Dilma Rousseff.