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EL LARGO INTERROGATORIO

Cristina de Borbón y Grecia e Iñaki Urdangarin, el daño más grave a la Corona

"¿Conoce un jugador de balonmano que cobre tanto por sus asesoramientos?" Fue la fina ironía del juez José Castro quien se dirigió a la Infanta como señora.

Hechosdehoy / Hechos de Hoy
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La Infanta Cristina de Borbón y Grecia aseguró al juez José Castro, en un largo interrogatorio de cinco horas, que siempre confió en su esposo y nunca dudó de la legalidad de los negocios de su marido, Iñaki Urdangarin. Admitió además que el palacete de Pedralbes fue sede de la empresa evasora. El fiscal Pedro Horrach sigue convencido de que la hija del Rey no cometió delito alguno.

La Infanta declaró también que se alejó del Instituto Nóos “por estética”. Admitió además que el instituto creó "problemas de “imagen”. La hija menor del Rey señaló que no era “escudo fiscal” porque estaba “muy controlada”. Dejó sin contestar las preguntas de la acción popular. El juez José Castro anunció importantes decisiones cuando haya valorado el interrogatorio. Según informaciones de Hechos de Hoy, estas decisiones no serán inmediatas porque el caso Nóos -que investiga el desvío de seis millones de euros públicos- tiene tres frentes: el de Valencia (terminado); el de Madrid, en el que se puede citar como testigo al ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón; y el de Barcelona con la hija del Rey (cerrado tras la declaración de la Infanta).

En Palma de Mallorca se vivió como un gran acontecimiento esta comparecencia con un despliegue inédito de medios de comunicación, fuerzas de seguridad, y anillos de controles en la ciudad. La Infanta optó por evitar el paseíllo, que sí hizo su marido, no perdió ni la calma ni la sonrisa, y lució una cierta dignidad en un día muy difícil que no olvidará. Por la mañana voló de Barcelona a Palma de Mallorca y por la noche lo hizo a Madrid para una cena familiar en el Palacio de La Zarzuela, en la que rindió cuenta de sus declaraciones ante el juez José Castro.

Para el Rey lo sucedido, en el plano familiar, es al fin una cierta victoria moral porque aconsejó a su hija no recurrir el auto de imputación del juez Castro. Le recomendó apostar por la total transparencia y el compromiso institucional. Ha sido una batalla larga, y de fondo, en el Palacio de La Zarzuela. El Rey ha sido decisivo también en poner en manos de Miquel Roca su defensa. Roca volvió a un primer plano como una figura de peso que representa la sensatez, la moderación, y el buen juicio. Lo mostró siendo uno de los padres de la Constitución y su figura de rigor sigue intacta. Roca -que en sus genes es hombre de consensos-, abogado y fino jurista, ha reconducido la situación y llevado la calma en toda esta tormenta.

El asunto sigue siendo de extrema seriedad. Como ha sucedido en Francia con François Hollande, la opinión pública en España aparta cuestiones de índole personal en sus juicios -léase el caso Corinna– pero reacciona con severidad a asuntos de desviaciones de fondos públicos, blanqueos o fraudes que suscitan indignación y son inaceptables.

A lo largo del sábado hubo una gran expectación por este interrogatorio. La Infanta respondió en parte -a veces con evasivas- al juez José Castro, instructor del caso, y a las preguntas del fiscal, de los abogados y de la Abogacía del Estado. La Infanta Cristina basó su defensa en la confianza en su marido. Se desvinculó de la gestión de la empresa Aizoon, en la que figuró como propietaria del 50% de las acciones. La gestión de esta empresa está siendo investigada en el marco del caso Nóos como presunta pantalla societaria.

En el único aspecto de dignidad de este escándalo está la decisión -que es histórica porque sucede por primera vez en la historia de la democracia- de la comparecencia ante un juez de un familiar directo del Rey de España. Juan Carlos I aseguró que “la justicia es igual para todos” y esto se hizo patente y se cumplió.

La segunda cuestión es la más importante. La Infanta, sea declarada culpable o inocente, ha causado el daño más grave a la Corona. Y ha erosionado el papel del Príncipe llamado a reinar como Felipe VI y suceder a su padre. Ella misma debería reflexionar sobre si puede a la vez ser Infanta de España y seguir casada con Iñaki Urdangarin. En breve habrá las decisiones sobre el caso Nóos. Evaluar los daños a la Corona, tan necesaria en España, queda ahora como fino análisis para el Rey y también para su hija menor.

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