Los ácidos grasos omega-3 encontrados en el aceite de pescado son capaces de cruzar del torrente sanguíneo hasta las células del corazón donde trabajan para estabilizar el ritmo cardiaco y proteger contra los ataques al corazón. Esto se convierte en un paso verdaderamente importante para las personas con epilepsia.
Estas, hay que recordar, tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir un ataque cardiaco que los que no padecen la afección. Es por ello que una investigación indicó que los ácidos grasos omega 3 también pueden atravesar en el sistema nervioso central, donde reducen la excitabilidad de las células del cerebro que desencadenan convulsiones.
Los análisis realizados indicaron que altas dosis de aceite de pescado en la frecuencia de convulsiones en personas cuya epilepsia ya no responde al tratamiento no afectaron a la frecuencia de las convulsiones. Concretamente fueron 24 personas, cuya epilepsia ya no era sensible a los fármacos, las que estuvieron presentes en este estudio.
A todas ellas se les administraron tres tratamientos separados por un periodo de seis semanas y con una duración de diez semanas. Estos consistieron en: tres cápsulas de aceite de pescado al día (dosis baja), equivalentes a 1,080 mg de ácidos grasos omega-3 cada día, más tres cápsulas de aceite de maíz (placebo); seis cápsulas de aceite de pescado al día, lo que equivale a 2,160 mg todos los días; y tres cápsulas de aceite de maíz dos veces al día.
El número medio de convulsiones entre los que tomaban aceite de pescado en bajas dosis fue de alrededor de 12 en un mes, en comparación con un poco más de 17 ataques mensuales en el caso de la dosis alta, y poco más de 18 para el placebo, lo que equivale a una caída de un tercio en el número de convulsiones.
Asimismo, dos personas en el grupo de la dosis baja estaban completamente libres de crisis durante las diez semanas de la prueba pero ninguna de las personas que tomaban la alta dosis o el placebo se libró de tener convulsiones. Las dosis más bajas de aceite de pescado también se relacionaron con una modesta caída en la presión arterial de 1,95 mm Hg durante las diez semanas, a diferencia del aceite de pescado en alta dosis que se asoció con un aumento promedio de 1,84 mm Hg.
Pese a ello, el aceite de pescado no se relacionó con los cambios en la frecuencia cardíaca o los niveles de grasa en sangre o la gravedad de las convulsiones. Los investigadores advierten que es necesario un estudio más amplio para confirmar o refutar esto, aunque aseguran que "el aceite de pescado en dosis bajas es una intervención segura y de bajo costo que puede reducir los ataques y mejorar la salud cardiovascular en las personas con epilepsia".