Ciudad de México, Guadalajara, Juárez, Monterrey y Hermosillo, escenarios del hartazgo y denuncia del asesinato de periodistas a quemarropa y plena luz del día, actuando con plena impunidad.
La ira e indignación se diparó en México tras el asesinato de Miroslava Breach, corresponsal del diario La Jornada, al salir de su casa en la ciudad de Chihuahua. Descargaron ocho tiro sobre Miroslava en un asesinato cruel y sanguinario.
El asesinato de Miroslawa Breach es el tercero tras la muerte de Cecilio Pineda ocurrida en el estado de Guerrero, y el de Ricardo Monlui en el estado de Veracruz. La indignación se ha desbordado por la crudeza de los datos, 123 periodistas han sido asesinados desde el año 2000.
Enrique Peña Nieto debería tomar conciencia de la grave situación y el abatimiento ante la impunidad con que está actuando el crimen organizado. En las lista de los 123 asesinatos no hay ni un solo periodista de un medio nacional. Cayeron los periodistas que están en la primera línea de denuncia en los estados envueltos en la corrupción, el narcotráfico y crimen organizado y la violencia asesina de raptos y ajustes de cuentas salvajes.
En Ciudad de México, las protestas se hicieron ante la sede de la Procuraduría General de la República (PGR). Han fracaso, y Enrique Peña Nieto tiene que asumirlo, las instituciones y mecanismos creados para detener las agresiones. Hoy México es uno de los países más peligrosos del mundo para la prensa. Miroslava denunció precisamente la situación de campesinos desplazados de la sierra, obligados a sembrar amapola para los narcos. Ocho balazos segaron su vida.