El momento de la Unión Europea es realmente crucial. No se espera de este martes y de julio una solución definitiva a la crisis griega pero sí una clarificación tras el referéndum (ver en Hechos de Hoy, Las respuestas simples son equivocadas y la salida de Grecia del euro, un error).
Es asunto complejo en varios planos:
– Clarificación ante el Eurogrupo y el Banco Central Europeo (BCE).
– Punto de peligro en la situación de los cuatros principales bancos de Grecia, al filo del colapso.
– La posición real de Alexis Tsipras. Ha podido buscar con el referéndum más control de Syriza y desarmar a la oposición. Su meta, en el análisis y las especulaciones en Estados Unidos, podría estar en la salida de Grecia del euro y búsqueda de una alianza con Rusia y China.
Sobre este momento crítico en Europa, Mark Mazower en The New York Times, apuntó que "le ha pedido a los griegos que voten "no" a un programa de rescate que ya ha expirado. La única inferencia lógica, aunque él lo niegue, es que está deseando ver a Grecia fuera del euro. Sabe que sería poco popular y una apuesta enorme".
Forzar que el segundo rescate expirara, no pagar al Fondo Monetario Internacional, decretar un corralito -control de capitales- y colocar a Grecia en la escena delk default, suspensión de pagos, es un desafío sin precedentes para el Eurogrupo y los líderes de la Eurozona.
La posición de Felipe González
Sobre este momento, el expresidente del Gobierno Felipe González fijó su posición en El País. Destacó la situación de la crisis financiera en Grecia después del referéndum del domingo sobre la negociación con las instituciones europeas y pidió a estas últimas que analicen "con cuidado y sin apresuramiento" la propuesta que presente Alexis Tsipras y lo hagan "sin caer en la tentación de producir ningún castigo adicional al pueblo griego".
Sostiene que "lo deseable sería que esperaran la propuesta del Gobierno de Atenas, que al parecer tienen preparada para llegar a un acuerdo (dicen) en 48 horas".
Por todo ello, escribe que "más allá de las torpezas producidas por los actores políticos, lo sensato, sería activar un fondo para ayudar inmediatamente a los sectores de la población que pueden estar requiriendo ayuda humanitaria" ya que augura que "lo peor está por venir" y "no se puede excluir ninguna hipótesis en esta dinámica de confrontación."
"Nada se ha explicado a los griegos que haya podido servirles para votar racionalmente en un tema tan difícil como el paquete de negociación con los socios y demás acreedores. La petición de voto ha sido una apelación al patriotismo, al rechazo de la humillación, al orgullo de la soberanía herida", apunta.
Se pregunta sobre qué ocurre ahora tras la consulta y afirma que "los países del euro y de la Unión tienen que respetar la voluntad del pueblo griego; y sería bueno que los que esgrimieron dentro y fuera el discurso del miedo se disculparan por estimular el rechazo de manera tan torpe".
Asegura que "en sentido contrario deberían aceptar los responsables del gobierno griego, obligados a respetar un resultado que responde al extraño dilema en que han colocado a su propia ciudadanía: dignidad nacional o sometimiento, por decirlo en términos más suaves que los empleados estos días".
Reafirma su "no a las políticas europeas de lucha contra la crisis, incluida la respuesta que se ha ido dando a los griegos" y "no a la política del gobierno griego de coalición entre la mayoría de izquierda radical y la minoría de derecha más radical aún, unidas por el pegamento del nacionalismo más o menos antieuropeo."
No obstante, también señala que "los socios están obligados a respetar la decisión de los griegos, lo reitero, pero nadie puede obligarles a hacerlo contra los deseos o intereses de los ciudadanos que representan".
Respecto al dinero disponible, apunta que "sin cortar la liquidez en los términos en que están, pero sin llegar a nuevas inyecciones hasta que se produzca el acuerdo", el Banco Central Europeo debería mantener la línea actual.