Independientemente de la reacción de Mariano Rajoy y del Partido Popular, hay que calificar de gesto de responsabilidad política el anuncio de Albert Rivera (ver en Hechos de Hoy, Albert Rivera fija el marco de apoyo de Ciudadanos al Partido Popular).
La actual crisis de bloqueo en España advierte sobre dos cuestiones esenciales. La primera, la necesidad de que los partidos políticos garanticen la estabilidad del país facilitando la gobernabilidad. La segunda, la cuestión central de atender al interés general.
En una Cámara sin mayorías absolutas, la segunda fuerza política no debe ser un obstáculo para que haya un Gobierno minoritario.
El gesto de Albert Rivera tiene un doble valor.
Ha puesto sobre la mesa muchas de las reformas de su programa electoral para negociar a cambio de permitir que haya un Gobierno en minoría de Mariano Rajoy.
Albert Rivera no busca cerrar un pacto de legislatura ni tampoco un acuerdo de Gobierno. Se trata sólo de propiciar la investidura. Pretende que un voto a favor de 170 diputados (los 137 del PP más los 32 de Ciudadanos y uno de Coalición Canaria) arrastre al PSOE hacia una abstención técnica. Se trata de que, en la segunda votación, el saldo de síes para el candidato sea superior al de noes.
Albert Rivera colocó por tanto el foco político sobre Pedro Sánchez y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Su abstención sería la única forma de permitir una investidura con éxito para evitar la convocatoria de las terceras elecciones generales desde diciembre.