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VIAJE A BRETAÑA (I)

De Rennes a Nantes: costas, faros, una piscina Art Decó y galettes

Los bretones se sienten orgullosos de su identidad y de su historia y lo muestran en el mimo con que mantienen su patrimonio artístico y cultural.

Hechosdehoy / Hechos de Hoy / Mati Zamorano
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Esta pequeña crónica de un recorrido por Bretaña es mi homenaje a uno de mis destinos favoritos en Francia.
Los bretones se sienten orgullosos de su identidad y de su historia y lo muestran en el mimo con que mantienen su patrimonio artístico y cultural.

Que el crepe y la galette son el plato nacional bretón es algo conocido, la variedad de acompañamientos posibles es tan amplia como el número de pueblitos encantadores, que se extienden a lo largo y ancho de esta región francesa.


Galette des rois. (Foto: Pixabay)

De Bretaña, como del cerdo…hasta los andares

Nuestro viaje duró 10 días, y nos permitió hacer una ruta circular, con inicio y final en Rennes, la capital bretona. Llegamo a primera hora de la mañana, por lo que tuvimos tiempo de recorrer el centro histórico dando un agradable paseo. Empezamos, como no, por la Oficina de Turismo, alojada en la Capilla Saint-Yves de estilo neogótico flamígero del siglo XV. Allí se puede reservar visitas o comprar el “Rennes Metropole City Pass”.

De allí, a corta distancia, está la Catedral de Saint-Pierre, la tercera que se levanta en el mismo lugar. Tras la fachada monumental acabada en 1704, la nave y el coro fueron construidos a finales del XIX. A continuación nos encontramos con las Puertas Mordelaises, vestigios de la época en que Rennes estaba completamente amurallada.

Poco después llegamos a la Plaza Les Lices, donde en tiempos medievales tenían lugar las justas y torneos. Su parte norte alberga una serie de palacetes del XVII, construidos con entramados de madera y piedra. Aquí se celebra todos los sábados el segundo mayor mercado de productos alimentarios de Francia.

En la Rue Saint Guillaume, en  el nº 3, se levanta Ti-Koz, una preciosa casa de entramado de madera del siglo XVI.
El Hotel de Blossac, construido entre 1728 y 1732, es un magnífico ejemplo de morada urbana del Siglo de las Luces. Hoy alberga un organismo público.

Algo más al norte nos encontramos con la Plaza Champ-Jacquet. Donde edificios de piedra posteriores al incendio de 1720, que arrasó gran parte de la ciudad, conviven con antiguas casas de  entramado que se salvaron del fuego.
Seguimos hasta el Palacio del Parlamento de Bretaña, del siglo XVII. Se puede visitar previa inscripción en la Oficina de Turismo. Los fines de semana es frecuente poder disfrutar de música interpretada en el jardín delantero.

Uno de los parques más famosos de Francia

En dirección al Parque Thabor, nos encontramos con la Abadía de Saint-Melanie, erigida en honor del primer obispo de Rennes y donde quedan vestigios románicos. Añadido a la abadía se encuentra el palacio Abacial del XVII. En lo que fueran antiguamente los vergeles de la Abadía de Saint- Melanie encontramos hoy uno de los parques más famosos de Francia: el Parque Thabor. Diseñado en el Segundo Imperio invita a disfrutar de su gran variedad de plantas y de su kiosko.

De regreso al centro, en la esquina de la Rue Gambetta con Rue Victor Hugo, encontramos la Piscina Saint- Georges. Levantada el 1925 en estilo Art Decó y decorada con mosaicos de Odorico. Siguiendo en dirección sur nos encontraremos con la Iglesia Saint-Germain. De estilo gótico, era la iglesia de los comerciantes merceros de la ciudad.

Muy cerca de la Piscina Saint- Georges se encuentra el Palacio Abacial Saint- Georges. Este edificio, perteneciente a la Abadía de las benedictinas de Saint- Georges  fundada en el siglo XI por el entonces Duque de Bretaña, fue levantado a instancias de la Abadesa Madeleine de La Fayette y se comenzó su construcción en 1670. Hoy alberga servicios municipales.

De regreso a la Plaza de la República, corazón de la ciudad, nos encontramos con el Palacio del Comercio. Este edificio, construido entre 1888 y 1929, alberga hoy distintos servicios.
Y un poquito mas al norte encontramos la Place de la Mairie, en la que se levanta la Casa Consistorial, cuya primera piedra se colocó en 1734. Al otro lado de la plaza encontramos La Ópera. Levantada en 1830 como Teatro Municipal su forma de rotonda es una réplica de la parte curva del edificio de la Casa Consistorial.

Para terminar nuestro recorrido un café en cualquier terraza de las numerosas plazas llenas de animación. No en vano Rennes es la octava ciudad universitaria de Francia.

Nuestro segundo día salimos en dirección a Chateaugiron, donde damos una vuelta por el centro del pueblo y disfrutamos de su castillo. A continuación: Vitré. Ciudad etapa en el Camino de Santiago (Via Turonensis), con un gran patrimonio que da fe de sus 500 años de existencia.

Su magnífico castillo, sus mansiones, sus murallas, sus viejas calles y su patrimonio religioso hacen de esta localidad un lugar donde disfrutar de una larga parada. En el Jardín del Parque, con sus numerosas variedades y su templete, podemos encontrar un impresionante ejemplar de Thuja o Tuya, que está catalogada como la segunda más grande de Francia.

Continuamos la ruta hacia La Guerche-Bretagne. Una encantadora población con un núcleo de casas entramadas. En la Basílica de Notre-Dame destacan las tallas con motivos mitológicos del coro. De aquí nos dirigimos a la Abadía de Notre-Dame de Melleray. Esta abadía cisterciense fue fundada en 1145 y posteriormente ha estado habitada por otras ordenes religiosas. Su emplazamiento, con una laguna adyacente, permitió que los cultivos de sus extensos terrenos dieran fama a la abadía. Hoy en día su mayor fuente de ingresos proviene de la tienda en la que se venden productos manufacturados aquí.

Nantes, a orillas del Loira

Y llegamos a Nantes. Esta gran ciudad, establecida  a orillas del Loira, tuvo su primera catedral ya en el siglo IV. Ha visto pasar por sus tierras a romanos, carolingios, francos, bretones y vikingos; y jugó un importante papel en la Guerra de los 100 años. En el siglo XVII Nantes fue el puerto más importante de Francia en el llamado “comercio triangular”, porque trazaba un triángulo entre Europa, América y África de comercio regular. Esa época de riqueza se plasmó en numerosas obras públicas.


La catedral de Nantes. (Foto: Pixabay)

En un agradable paseo visitamos el corazón de la ciudad antigua. Su centro urbano con preciosas calles de edificios antiguos, el formidable Castillo de los Duques de Bretaña,- desde cuyas murallas se tiene una estupenda vista de la ciudad-,  la Catedral, la Place Royal y la Opera. Y cruzando el río hasta la Ile o isla de Nantes pudimos disfrutar de las Machines de l´ile. En palabras de sus creadores: “…un proyecto artístico totalmente inédito…se sitúa en el cruce entre los “mundos inventados” de Julio Verne, el universo mecánico de Leonardo Da Vinci y la historia industrial de Nantes”.

En nuestro tercer día de ruta salimos de Nantes en dirección a Guerande. Esta población a la que se denomina “la Carcasonne bretona” es la única ciudad de Francia que conserva sus murallas intactas. El recorrido comienza en la Puerta de Saint Michel y nos coincide con que es día de mercado, por lo que la ciudad está llena de puestos diseminados por las estrechas calles y hay mucha animación.

Guerande se encuentra dentro de la Grande Briere, las segundas marismas de Francia. Este paisaje formado por los aluviones del Loira alberga una gran diversidad de fauna y flora.

De allí a La Croisic. Este encantador puerto marinero está  enclavado en lo que fue una isla hasta el siglo IX, hoy día una península dentro de la Cote Sauvage (Costa Salvaje).  Esta zona en la que alternan playas de arena fina con acantilados y marismas es un espectáculo para la vista.

Al salir de La Croisic continuamos disfrutando, por carretera, del magnífico paisaje de la costa hasta llegar a La Roche- Bernard. Esta población, fundada hacia el año 1.000 por un vikingo de nombre Bern-Hart, se asoma desde el promontorio rocoso que la aloja hacia el estuario del río La Vilaine. Sus callejuelas estrechas, sus casas bien conservadas, el puerto…todo se combina para que el rato dedicado a recorrer el pueblo y a disfrutar de una terraza sea un recuerdo grato.

Dentro de la Reserva de la Grande Briere hay siete islas, de las que hemos elegido visitar la Ile Fedrun. La isla mantiene todavía muchas de las casas tradicionales, con el techo de cañizo de las marismas. Nada como un buen crepe bretón con la preciosa vista que brinda la zona.

Y volvemos a Nantes para dar un último paseo. Hoy nos dirigimos al Passage Pommeraye, una magnífica galería comercial levantada en el XIX con una hermosa combinación de vidrio y hierro. Y a preparar la etapa siguiente.

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