Explosión del Hotel Saratoga
La explosión del céntrico Hotel Saratoga de La Habana deja la escalofriante cifra de, por ahora, 30 muertos y más de 20 personas hospitalizadas. La mayoría de ellos, trabajadores del propio hotel que se preparaba para su reapertura el día 10 de mayo, tras dos años cerrado por la pandemia. Entre las personas fallecidas se encuentra una turista española de 29 años que viajaba con su pareja, hospitalizado por los daños causados.
El hotel se construyó en 1880 como centro de comercio, pasando a categoría de hotel en 1933 y, su posterior reconversión a alojamiento de lujo en 2005. No hay que perderse de que en él se alojaron gente de la categoría de Mick Jagger, Madonna o Beyoncé.
Al parecer la tremenda detonación se produjo por un escape de gas, dándose la circunstancia de que, en esos momentos, un camión cisterna estaba abasteciéndolo para su pronta apertura. Aun así, los equipos de rescate siguen trabajando con la esperanza de encontrar gente que se pudiera haber quedado atrapada en los dos sótanos del edificio en el que se albergaban tiendas, almacenes y las oficinas de administración. Esperemos que no haya nadie y que, si los hubiese, puedan ser rescatados sanos y salvos.
Atleti-Real Madrid, al final no hubo pasillo
Pues no, al final, no hubo pasillo en el Wanda Metropolitano como ya habían anunciado dirigentes del club rojiblanco. Mucha expectación había levantado lo que debería ser un simple ejercicio de deportividad. Y ahí se lió todo. Yo, que me paso el día intentando entender a los que me ofenden, hice ejercicio en este caso concreto. Y, de verdad que los entiendo a todos, porque todos tienen razón, pero ninguno la tiene.
Me explico. El pasillo de marras es una tradición no tan antigua para homenajear a los campeones, es decir, es como una confirmación de que nos han ganado la batalla y hay que ser honestos en reconocérselo. Pero en nuestro deporte, influido por los medios de comunicación de que más ganamos cuantas más polémicas hay, han convertido las disputas en “derbis” y a los seguidores incondicionales de los clubs, en “haters” del enemigo.
Reconózcanme que todos tenemos algún amigo que se alegra más de las derrotas del rival que de los triunfos de su equipo. ¿Esto tiene lógica? No, no la tiene. Eso no es deportividad, ni por asomo. Por eso entiendo la decisión del Atleti. Ese gesto deportivo, muchos madridistas lo veían como una humillación ante el campeón y no, no debe serla.
Tirón de orejas a los madridistas que se relamían con ver al Atleti de rodillas, más que alegrarse por el título del equipo de su alma. Pero el Atleti podía haber sido todo un caballero y no dejarse alentar por los medios y reconocer la liga que ha hecho el Madrid. Le faltó señorío. Tirón de orejas, también. Les aseguro que, si hubiera sido al revés, el Madrid no se hubiera sentido humillado y le habría dedicado al Atleti su justo reconocimiento.
Boris Becker, de nº 1 del tenis a la cárcel
Boris Becker ya ha entrado en prisión para cumplir, por lo menos, la mitad de la pena que le ha impuesto el tribunal de Southwark de Londres y que le sentencia a dos años y medio de prisión. La razón es la de ocultar al fisco más de 3 millones de euros.
Aunque su excusa, en el juicio, fue que los “intentó” esconder para pagar una deuda acumulada de 60 millones. A mí, de verdad, no se me ocurre en que podría meterme para generar esa deuda. No sé, será que estoy perdiendo la imaginación o que me conformo, en esta vida, con ser feliz con lo que tengo. Y les digo, soy feliz, feliz.
De ganador de 6 Grand Slams y desayunar en restaurantes de 5 tenedores (no sé para qué tantos, si yo con uno puedo hacer las tres comidas del día) a tener que comer en bandeja de hojalata. Pero hay gente que no aprende, porque ya fue declarado culpable, por lo mismo casi, en Alemania en 2002 y por lo que tuvo que permanecer condenado y en libertad condicional.
En la actualidad ejercía como entrenador y asesor, de Novak Djokovic entre otros, y de comentarista para canales de televisión. Pues nada, a ver si de esta aprende que “Hacienda somos todos” y que, los que tienen un trabajo digno, pueden ser felices sin meterse en deudas por ambición.