Los quince procesados por la tragedia del Madrid Arena, con el empresario Miguel Ángel Flores a la cabeza, se sientan en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Madrid para responder ante la Justicia por la muerte de las cinco jóvenes la madrugada del 1 de noviembre de 2012.
El empresario Miguel Ángel Flores se sentó en la primera fila del banquillo de los acusados mientras que el exjefe de la Policía Municipal Emilio Monteagudo se sentó en la última fila de la sala cero de la Audiencia, donde se celebra el juicio en medio de una expectación mediática sin precedentes en la comunidad.
Desde primerísima hora de la mañana, los medios de comunicación se agolparon a las puertas de la Audiencia Provincial donde poco a poco fueron llegando los imputados del caso. Flores fue el más madrugador y entró hacia las 09.17 de la mañana, aunque evitó hacer cualquier todo de declaraciones a los medios. Su letrado, por su parte, anunció que presentará nuevas pruebas periciales y testigos en la primera sesión del juicio.
Miguel Ángel Flores, organizador de la fiesta, es el principal imputado por cinco delitos de homicidio por imprudencia grave y treinta delitos de lesiones por imprudencia. Junto a él se sentarán en el banquillo -acusados de los mismos delitos- el exinspector jefe de la Policía Municipal, Emilio Monteagudo; el director general de Diviertt, empresa organizadora de la fiesta, Santiago Rojo Buendía.
También estarán el jefe de personal de la misma Miguel Ángel Morcillo Pedregal. Asimismo, acudirán en calidad de acusados el exjefe de Seguridad de Madrid Destino, Rafael Pastor Martín, y el excoordinador de operaciones y proyectos de Madrid Espacios y Congresos (Madridec), Francisco del Amo López.
Completan la lista el que fuera jefe de Operaciones de Madridec, José Ruíz Ayuso; los coordinadores jefes de Seguriber Juan José París Nalda y Raúl Monterde; el jefe de equipo de esta compañía, José Antonio Díaz Romero, y los socios de Control 34 Carlos Manzanares y Emilio Belliard.
Por otra parte, los médicos Simón Viñals Pérez y Carlos Viñals Larruga (padre e hijo respectivamente), al frente de los servicios médicos la noche de los hechos, se enfrentan a penas de 2 años y 6 meses de prisión por realizar "insuficientes y deficientes compresiones torácias" sobre dos de las fallecidas a la vez que "omitieron varias de las actuaciones indicadas para una reanimación cardiopulmonar de calidad".
En la madrugada del 1 de noviembre de 2012, Katia Esteban, Rocío Oña y Cristina Arce, las tres de 18 años, fallecieron como consecuencia de la avalancha que se produjo en el interior de uno de los vomitorios del recinto por el sobreaforo. Otras dos jóvenes, Teresa Alonso, de 20 años, y Belén Langdon, de 17, tuvieron que ser ingresadas en estado grave pero falleciendo poco después.
Tal y como recoge el escrito del juez Eduardo López-Palop, se produjo un "exceso de aforo" en el recinto, cuya capacidad es de 10.620 personas mientras que para la fiesta se llegaron a vender en torno a 23.000 entradas.
Así, se asegura en el auto que "la pista central del espacio se encontraba no solamente saturada, sino en una situación de aglomeración y contacto físico entre las personas, que las impedía desplazarse en la dirección deseada, situación de angustia para muchas de ellas". A ello se añade el hecho de que se metiera "de golpe" a 3.000 personas a la pista central para disfrutar de la sesión del dj Steve Aoki.
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