El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, lanzó un nuevo desafío a Estados Unidos al supervisar personalmente el ensayo en tierra de un nuevo motor para cohetes.
Fue la respuesta de fuerza a la gira del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson. Kim Jong-un dijo que empieza "una nueva era" en la tecnología de su país al supervisar el ensayo en tierra de un nuevo motor para cohetes.
"El mundo se dará cuenta muy pronto de la importancia de la victoria histórica que hemos firmado", aseguró tras las pruebas Kim Jong-un. Según la agencia norcoreana KCNA, el desarrollo de este nuevo motor ayudará a "consolidar la base científica y tecnológica" y a alcanzar "la capacidad mundial de transmisión por satélite en el campo del desarrollo del espacio exterior". También indicaron que los motores de este tipo pueden ser utilizados para el lanzamiento de misiles de largo alcance.
¿Qué está en juego?
Soluciones peligrosas en todas las direcciones porque Estados Unidos y República Popular de China contemplan el futuro de Corea del Norte bajo diferentes ópticas. A Pekín además le ha irritado la instalación del sistema antimisiles estadounidense THAAD en Corea del Sur. Considera que afecta a su dispositivo defensivo.
Para Pekín, deben cesar las maniobras de Corea del Sur y las pruebas balísticas de Corea del Norte. Es en ese clima en el que debería surgir un marco de diálogo y deshielo.
El ministro de Exteriores de República Popular China, Wang Yi, ha insistido al secretario de Estado, Rex Tillerson, de que no hay otra opción que la del diálogo. Los analistas en Tokio apuntan a la situación en Corea del Norte con un gran paralelismo con el Irak en los tiempos de George W. Bush. Pero hay una diferencia inqiietante.
Corea del Norte tiene capacidad de respuesta inmediata a un ataque lanzado por Estados Unidos. Lanzar amenazas bélicas y estudiar operativos bélicos es temerario. Corea del Norte podría abrir una crisis de gravedad insospechada para un presidente sin experiencia política en la Casa Blanca.