No es asunto menor porque refleja lo que piensa y siente el presidente del Gobierno respecto a la figura del Rey, la Corona, la Monarquía parlamentaria y la Jefatura del Estado.
La imagen del presidente del Gobierno entrando antes que el Rey al tren en la inauguración del AVE Madrid-Murcia motivó rubor, incredulidad e indignación suscitando un gran revuelo en las redes sociales.
El primer viaje estuvo presidido por el Rey y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Salieron desde la estación de Chamartín-Clara Campoamor de Madrid.
Pedro Sánchez primero caminó junto al Rey y mantuvo una breve conversación que Felipe VI escuchó con gesto de preocupación y contrariado.
Luego Sánchez caminó unos pasos por delante del Rey. Se adelantó en el momento de saludar a las personalidades que les esperaban. Le dio la espalda al Rey durante unos instantes. Y por último tuvo la desfachatez de entrar primero en el tren que se dirigiría a Murcia.
Despreciar el protocolo y ningunear al Rey no sucede por primera vez en la hoja de ruta de La Moncloa.
En 2018, Pedro Sánchez y su mujer, Begoña Gómez, se convirtieron en protagonistas sorprendentes de la recepción con motivo de la Fiesta Nacional del 12 de octubre. Al saludar los primeros en el besamanos al Rey y a la Reina, se colocaron de inmediato a su lado. Ana Pastor, la diputada del PP, se sorprendió y advirtió al presidente y su esposa. Una persona del protocolo indicó al matrimonio Sánchez de su error y les pidió que se incoporaran a los salones.
En este año, en la Parada Militar del 12 de octubre, Sánchez hizo esperar a los Reyes en medio del desconcierto general. Eligió otro circuito, se hizo esperar y calculó todo con el plan de evitar pitos, abucheos e insultos.
Todo le salió al revés. Provocó un insólito plantón de minutos al Rey y la Reina y a las autoridades civiles y militares. Evitó saludar a la presidenta de la Comunidad de Madrid y obligó a los Reyes a permanecer en su automóvil durante minutos. Pero al final no se libró de la mayor pitada a un presidente de Gobierno que ni Televisión Española pudo silenciar.
Al margen de la descortesía, falta de educación y mala fe, Sánchez no ha comprendido (ni lo hará) que los Reyes y la Corona son el gran activo de España, la institución más valorada, el mejor embajador de España en la escena internacional y el factor estratégico clave en crisis nacionales e internacionales (léase Cataluña y Marruecos).