El agua con gas, conocida popularmente como “sifón” en sus inicios, llegó a España a finales del siglo XIX. Originalmente, se utilizaba en farmacias para tratar dolencias estomacales, pero rápidamente se popularizó y comenzó a producirse de manera industrial. A pesar de su larga historia, el consumo de agua con gas en España ha sido tradicionalmente bajo en comparación con otros países europeos, algo que ha cambiado en los últimos años.
Orígenes del agua con gas: una bebida con dos siglos de antigüedad
El agua con gas, también llamada agua carbonatada o soda, tiene una historia fascinante que se remonta a más de dos siglos atrás. Su origen se atribuye al químico británico Joseph Priestley, quien en 1767 descubrió cómo infundir agua con dióxido de carbono. Este hallazgo fue accidental, ya que Priestley estaba investigando sobre los gases en una cervecería y notó que el gas producido durante la fermentación tenía un efecto efervescente cuando se disolvía en agua.
Más adelante, en 1772, el sueco Torbern Bergman desarrolló un aparato que permitía gasificar el agua a mayor escala, lo cual marcó el inicio de la producción comercial de agua con gas. Sin embargo, fue el alemán Johann Jacob Schweppe quien, en 1783, perfeccionó el proceso y fundó la empresa Schweppes, que hasta hoy sigue siendo sinónimo de agua con gas.
A lo largo de los siglos XIX y XX, el agua con gas ganó popularidad, especialmente en Europa y América del Norte, tanto como bebida refrescante como por sus supuestos beneficios para la salud. En la actualidad, el agua con gas está disponible en una variedad de presentaciones y sabores, y sigue siendo una opción popular para aquellos que buscan una alternativa a las bebidas azucaradas.
Consumo actual y tendencias
En España, el consumo per cápita de agua con gas antes de la pandemia era de aproximadamente 5 litros al año en 2018, muy por debajo de los 146 litros anuales que se consumen en Alemania. Sin embargo, en los últimos años, ha habido un resurgimiento en su popularidad, especialmente entre aquellos que buscan alternativas saludables para mantenerse hidratados. De esta forma, su consumo pasó de los 66 millones de litros anuales a los 102 millones de litros en 2022, según datos de Statista.
Y es que agua con gas ofrece varias ventajas que la convierten en una opción cada vez más atractiva para los consumidores:
- Hidratación: Al igual que el agua natural, el agua con gas hidrata eficazmente el organismo. Además, contiene los mismos nutrientes esenciales, como calcio, potasio y magnesio.
Por lo tanto, es una excelente alternativa para aquellos que buscan mantenerse hidratados sin recurrir a bebidas azucaradas. Además, su versatilidad permite aromatizarla con ingredientes naturales como frutas o aromáticos, haciendo que la hidratación sea una experiencia más placentera y variada.
- Sensación de Saciedad: El gas presente en el agua con gas puede aumentar la sensación de saciedad, lo que ayuda a controlar la ingesta de alimentos y reducir las calorías consumidas durante una comida.
- Un plus de sabor y una opción muy refrescante: Las burbujas de dióxido de carbono pueden hacer que las papilas gustativas sean más sensibles, acentuando el sabor de los alimentos y bebidas. Además, si añades hielo podrás disfrutar de una alternativa natural a los refrescos tradicionales
- Digestión: El agua con gas puede facilitar la digestión, especialmente en comidas pesadas, al favorecer la producción de jugos gástricos y el vaciado gástrico.
Por todo ello, incorporar agua con gas en tu rutina diaria puede ser una elección inteligente para tu bienestar general y mejorar la hidratación este verano.
Marcas como SodaStream ofrecen la posibilidad de crear tu agua con gas en casa de forma sencilla y totalmente personalizada. Además, es una opción sostenible, ya que reemplaza miles de botellas de plástico de un solo uso. Este verano prueba la bebida del momento y descubre por qué tiene cada día más adeptos.