Tregua al menos en la guerra de Ucrania con la esperanza de que pueda abrirse un acuerdo entre Kiev y Moscú como espera y desea Angela Merkel y el resto de los líderes de la Unión Europea.

Oficialmente en Kiev se anunció que el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, tuvo conversación telefónica con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. En esta conversación, alcanzaron el acuerdo de un alto el fuego permanente en Donbás (las provincias de Donetsk y Lugansk), región del este de Ucrania. "Hemos alcanzado un entendimiento mutuo en los pasos que posibilitarán el establecimiento de la paz", señaló el comunicado oficial en Kiev.

En Moscú se confirmó esta conversación. "Los jefes de Estado intercambiaron opiniones sobre lo que hay que hacer en primer lugar para poner fin cuanto antes al derramamiento de sangre en el sureste" de Ucrania, declaró el portavoz de Vladimir Putin, Dmitri Peskov. Esta conversación telefónica ha sido el primer contacto entre ambos presidentes después la reunión que mantuvieron en Minsk, el primer cara a cara desde el estallido de la guerra en las regiones de Lugansk y Donetsk.

Pese a este paso positivo en Kiev y Moscú, quedó un ambiente de recelo en la relación de Rusia con la OTAN y la Unión Europea, destacaron analistas en Bruselas a Hechos de Hoy. Tanto Rusia como la OTAN han comenzado a perfilar nuevas estrategias ante un choque en toda regla.

La OTAN tiene previsto crear una fuerza de reacción rápida “capaz de hacer frente a la actitud agresiva de Rusia”, fue la respuesta del secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, en esta crisis. A su vez el Kremlin  denunció la expansión de la OTAN hacia el este para sumar a Ucrania, Georgia y Moldavia. Mijaíl Popov, el consejero militar del Kremlin, aseguró que las tropas de Rusia en Crimea -cuya toma era básica para Vladimir Putin– están preparadas para intervenir. El Kremlin ha rechazado también el plan de los radares de la OTAN en Polonia y la República Checa.

Como ejemplo de las sensaciones de fortaleza que hay en el Kremlin quedó la anécdota enormememente ilustrativa de la conversaciones entre José Manuel Durao Barroso y Vladimir Putin. Barroso le llamó para para recriminarle por la presencia de mil soldados en territorio de Ucrania. La respuesta de Putin no pudo ser más desafiante. "Si doy la orden, en dos semanas tomo Kíev", advirtió. Las palabras del presidente fueron confirmadas además por Yuri Ushakov, el consejero de seguridad nacional.

Federica Mogherini ha retratado la gravedad de lo sucedido. "Rusia sigue siendo un actor global pero ha dejado de ser, por decisión propia, un socio estratégico de la Unión Europea", sentenció. Vladimir Putin puede haber abierto una rectificación, o aplicar, por enésima vez, su estrategia de golpear y negarlo.