Estados Unidos sólo concedió 5 minutos de emoción, los que duró la arrancada fulgurante Serbia y la reacción de los norteamericanos que se impusieron con contundencia (129-92). Estados Unidos venía de ganar fácil a sus anteriores 8 rivales y no tuvo piedad con los serbios, con un enorme Kyrie Irving (26 puntos) secundado por James Harden (23), con contundencia en juego interior y exterior (15 triples con un acierto del 50%).
El arranque fue esperanzador, Serbia arrancó con fuerza de la mano de Milos Teodosic, alcanzando una diferencia de 7-15 en el minuto 4. Kryzewski pidió un tiempo muerto (otro entrenador que sabe para lo que sirven) y se acabó el partido, liderado por Irving, con 15 puntos en el primer cuarto, en apenas seis minutos endosaron un parcial de 28-4, ante un público que disfrutaba del buen baloncesto y se acordaba del fracaso de España con los gritos ¡Orenga dimisión!.
Treinta minutos sin oposición
Estados Unidos dio un recital de buen baloncesto y antes del descanso ya consiguió todo un 65-35. Los estadounidenses no se acordaban de LeBron James, Kevin Love, Carmelo Anthony o Dwight Howard, la diferencia se disparaba y alcanzó los 46 puntos, y todo aventuraba a un nuevo récord histórico en una final, alcanzando los 102 puntos al cierre del tercer cuarto.
Pero la valiente Serbia y la relajación final lo impidieron. Teodosic, Bjelica o o Raduljica, demostraron su calidad para cerrar el cuarto más igualado (25-24) y alcanzar una plata que casi sabe a oro.
¿Hubiera sido una final más igualada con España? Difícil saberlo, pero desde luego, se ha demostrado la importancia de combinar calidad y dirección de equipo para lograr un éxito. Serbia lo hizo y acabó subcampeona, España, no.