En una parte de su discurso, en la esperada rendición de cuentas, Danilo Medina trazó un escenario de logros económicos y promesas sociales. Avanzó la construcción de la Ciudad Juan Bosch en Santiago y el proyecto de transformación urbana integral de Domingo Savio que comprende los barrios de La Ciénaga y Los Guándules, del Distrito Nacional.
En la otra se vio obligado a reaccionar ante las grandes cuestiones que ha planteado la llamada Marcha de la Impunidad y el Libro Verde. Negó que haya altos funcionarios por encima de la ley. "No existen vacas sagradas", señaló. Y prometió una investigación en todo lo que rodea a Odebrecht. Aseguró además la importancia de la Planta Catalina para los equilibrios energético. Anunció también mejoras en las remuneraciones de las fuerzas de seguridad.
Las palabras del presidente de República Dominicana trataron de frenar tanto el clima de escepticimo como de indignación ante casos de corrupción que no han sido investigados, poca decisión de los jueces, y opacidad y ocultismo.
No tuvo más remedio que reconocer por primera vez que los sobornos de la poderosa constructora Odebrecht han creado un clima de indignación y hartazgo por la forma en que altos funcionarios (¿también presidentes?) han metido la cuchara. República Dominicana no vive aún la situación de Perú con Alejandro Toledo pero está borde con las sospechas sobre el rol de sus expresidentes.
Al menos Danilo Medina rompió un silencio de dos meses sobre las revelaciones de los sobornos de 92 millones de dólares que ejecutivos de Odebrecht reconocieron haber pagado en República Dominicana para adjudicarse contratos.
La compañía brasileña ha participado desde 2011 en 17 de las obras de infraesctructura más importantes del país. Al menos siete de esas obras fueron construidas durante la primera administración de Danilo Medina (2012-2016).