En febrero de 1955, Chanel lanzaba al mercado el icónico bolso 2.55. Tipo cartera, de tamaño medio, de piel acolchada y con unas asas metálicas como si se tratara de un collar, era una auténtica joya, que por aquel entonces costaba el equivalente a 170 euros.

Sin embargo, cuatro décadas después, en los 90, el accesorio se convirtió en un referente de elegancia y clase, por lo que llegó a alcanzar los 1.000 euros. Pero esto no acabó aquí. En 2016 ya rondaba los 4.900 euros, a principios de este año valía 7.700 euros y, hoy por hoy, su valor asciende a 8.450 euros.

Así, en menos de un año, el artículo de la Maison se ha encarecido 750 euros. ¿La inflación también afecta a la casa de alta costura?

Ser lo más exclusivo posible: el reto del lujo

Según el medio estadounidense Bloomberg: “Chanel quiere imitar el estatus de Hermès con la subida de los precios de sus bolsos de mano”, incide el medio americano. Para quienes estén fuera de la órbita de bolsos a precio de pisos, Hermès es la casa de alta costura por antonomasia. Se trata de una de las firmas de lujo más prestigiosas, que siempre ha avanzado por la senda de lo exclusivo, apostando por la artesanía y el saber hacer.

Su estrategia no le ha fallado nunca y, hoy en día, sus prendas son lo más codiciado del mundo de la opulencia. Un ejemplo de ello es el bolso Birkin de la firma. Este complemento no se vende en su página web. Tampoco está en sus tiendas. Para comprarlo hay que apuntarse a una lista de espera y, como la de la Seguridad Social, es larga e imparcial. Da igual la cantidad de ceros que tengas en el banco, Hermès hace esperar a quien sea.

“Esta es su insignia y su marketing y, aunque les funciona, son la definición de exclusividad”, explica Neus Soler, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Con todo, el precio del bolso Birkin varía dependiendo del modelo y tallaje, y va desde los 7.800 euros hasta los 87.000 euros.

 El 2.55: una inversión rentable

Para Soler, que una marca de lujo suba tan significativamente los precios no es por falta de liquidez o porque esté sobrepasada por la inflación, más bien es por potenciar su prestigio. “Por lo general, si lo hacen es porque les salen los números y, en casos así, no encarecer un producto también puede provocar su devaluación”, explica Soler.

Ana Isabel Jiménez Zarco, profesora de los Estudios de Economía y de la Empresa de la UOC, considera que Chanel “tiene un valor universal y, además, ha conquistado los gustos de varias generaciones. Este artículo se lo pondría la abuela, la madre y la nieta de una misma familia. Y esa inmortalidad en moda tiene su coste”.

Los bolsos de lujo, la nueva moda

Con el caso de Chanel sobre la mesa, no es raro pensar que los artículos de lujo puedan apreciarse como un valor seguro. De hecho, pese a la coyuntura económica, este sector se sitúa al alza, en especial el de los artículos coleccionables, tal y como constata el informe anual The Wealth Report de la firma Knight Frank.

En esta misma línea se posiciona la investigación de Transparency Market Research, que apunta a que el mercado de los bolsos de lujo tendrá un crecimiento anual constante del 5,9 % entre 2021 y 2031. “Al final, un bolso tiene un uso más funcional, pero también evoca al consumidor una parte emocional, de querer conservarlo, coleccionarlo”, sugiere Soler.

La alta costura, un valor seguro

Así, a la pregunta de si la alta costura es una buena inversión, Jiménez Zarco considera que “un valor refugio lo es, y también tangible, ya que, en épocas de crisis, lo material siempre gana sobre aquellas inversiones más abstractas”.

Y, aunque para el común de los mortales pagar esta ingente cantidad por un accesorio es inconcebible, para las grandes fortunas “es una transacción económica más; para ellos la alta costura no es inaccesible, es como ir al Zara, pues se la pueden permitir”, subraya Soler.

Solo 800 consumidores en el mundo

Asimismo, con la excusa de la inflación, las marcas de lujo están subiendo los precios, y como remarca Jiménez Zarco, “ahora es el momento, ya que gracias al mercado asiático la demanda ha crecido mucho, mientras que la oferta, al ser alta costura, es siempre limitada”.

Aunque tampoco hay muchos consumidores. Según la Federación Francesa de la Costura, solo 800 personas en el mundo compran alta costura. La mayor parte de ellas proceden de Oriente Medio (principalmente de los Emiratos Árabes) y China. Desembolsan una media de 60.000 euros por modelo y se perciben a sí mismos como coleccionistas de arte. Y, aunque ellos sustentan económicamente la alta costura, en realidad y paradójicamente, quienes forman los entresijos de estas marcas tienen un perfil muy diferente.