El riesgo de sufrir un nuevo infarto, un ictus o morir por causa cardiaca se mantiene elevada incluso dos años después del primer episodio, según un estudio realizado en Suecia y presentado este domingo en el Congreso Anual de la Sociedad Europea de Cardiología en Barcelona.
El estudio, liderado por el Instituto Karolinska de Suecia, tenía como objetivo estimar el riesgo de enfermedad cardiovascular durante el primer y el segundo año tras un infarto. Para ello, se realizó un seguimiento de los pacientes suecos que lo habían sufrido entre julio de 2006 y junio de 2011 ajustando los ratios de riesgo por edad, género, o episodios previos de ictus, infarto de miocardio, diabetes e insuficiencia cardiaca.
"Se trata de un estudio muy interesante porque, al estar realizado a partir de un registro nacional, algo poco frecuente, refleja muy bien la práctica clínica habitual", ha explicado el doctor Antonio Fernández Ortiz, presidente de la Sección de Cardiopatía Isquémica y Cuidados Agudos Cardiovasculares de la SEC y cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Este estudio, que incluyó 97.254 pacientes con una media de edad de 74 años, ha constatado que todas las variables citadas son factores de riesgo independientes, asociados a una mayor vulnerabilidad (un 18,3%) de padecer un evento cardiovascular durante el primer año tras el infarto.
No obstante, a pesar de que mejore el control de algunos factores de riesgo y se produzca una recuperación tras el primer infarto, aquellos pacientes que superan los primeros doce meses sin un nuevo evento no reducen de forma significativa su vulnerabilidad durante el segundo año, en el que las probabilidades de un segundo infarto, de ictus o de mortalidad cardiovascular son del 11,3%.
En este sentido, el doctor Fernández Ortiz ha recomendado que "las medidas de prevención para evitar nuevos eventos después de un infarto deberían durar más de un año y mantenerse a largo plazo". Ahora bien, los resultados de este estudio están en línea con el debate actual sobre si se debe ampliar el tiempo de administración del doble tratamiento antiagregante (con Aspirina más prasugrel o ticagrelor) después de un infarto, tratamiento que normalmente se indica durante un año.
"El problema es que los nuevos antiagregantes tienen un balance riesgo-beneficio que al cabo de los años se podría volver menos favorable debido al riesgo de hemorragias, algo que no ocurre, por ejemplo, con las estatinas, que son seguras a largo plazo –ha señalado–. Por tanto, para el riesgo más allá de un año, el control de los factores de riesgo debería mantenerse siempre, y los tratamientos con un balance de riesgo-beneficio claramente demostrado, como las estatinas, deben continuar, si bien no está tan claro todavía para los nuevos antiagregantes