Robert Draper indagó en la intimidad de Francisco en Ciudad del Vaticano. Publicó además una conversación con el padre Federico Lombardi, portavoz del Papa. Una visión rompedora por primera vez sobre ángulos no conocidos de Francisco en la revista The National Geographic.
"Realmente debo comenzar a cambiar las cosas ahora", le dijo Francisco (Jorge Bergoglio) a un pequeño grupo de amigos argentinos dos meses después de que 115 cardenales del Vaticano lo eligieran sucesor de Benedicto XVI.
Bajo el título de ¿Podrá el Papa cambiar el Vaticano? ¿O el Vaticano cambiará al Papa?, Robert Draper indaga en la intimidad de Francisco, quien en sólo dos años parece haber demostrado que llegó a la cima de la Iglesia con pocas intenciones de hacer el menor "lío" -en sus propios términos- posible (ver en Hechos de Hoy, El discurso más mordaz de Francisco antes de su viaje a Cuba y Estados Unidos).
Robert Draper aporta en su análisis una reveladora conversación con el jefe de prensa de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi. Ante la pregunta sobre cómo se siente con Francisco, respondió que "confundido".
"Era increíble. Benedicto XVI era tan claro", contó Federico Lombardi con "evidente nostalgia", a Robert Draper al recordar los comentarios que hacía el actual papa emérito después de reunirse con algún líder mundial. Según Federico Lombardi, Benedicto XVI era muy preciso. "Hablamos de estas cosas, estuve de acuerdo en esto, argumentaría en contra de este otro punto y el objetivo de nuestro próximo encuentro será este. Dos minutos y quedaba completamente claro cuál había sido el contenido de la reunión", resumió el padre Lombardi.
Sin embargo, aseguró, con el papa Francisco el asunto es distinto. Francisco -a quien describió como "totalmente espontáneo"- acostumbra a hacer un análisis diferente después de una cita con un líder mundial. "Es un hombre sabio, ha tenido estas interesantes experiencias", dijo Lombardi. Indicó que la diplomacia del actual Papa "no es sobre estrategia, sino más bien sobre química y proyección. "Me reuní con esta persona, ahora tenemos una relación personal, hagamos entonces cosas buenas por el mundo y por la Iglesia", indicó Lombardi señalando que "ya no se puede decir, como en el pasado, que alguien tiene mucho poder sobre el Papa".
Robert Draper también contempla la relación de Francisco con la presidente Cristina Fernández de Kirchner. "Sus amigos dicen que como el jefe del Vaticano y como argentino, se ha sentido en la obligación de recibirla", escribe Draper señalando que "aun cuando ha sido dolorosamente evidente para él que ella ha utilizado estas visitas para su propio beneficio político".
Robert Draper cita a Juan Pablo Bongarrá, un pastor evangélico de Buenos Aires, quien asegura que Francisco recibió a la presidente argentina "por pura gracia". "Ella no se lo merecía. Pero así es como Dios nos ama, con gracia pura", afirma Bongarrá.
Sobre la toma de decisiones en la Iglesia, Lombardi habría confesado que muchas de las decisiones de Francisco son adoptadas en solitario. "Nadie sabe todo lo que está haciendo, ni siquiera su secretario personal. Tengo que hacer llamadas a varias personas, porque algunas saben una parte, otras conocen otra… es la vida", confesó. "El Papa mantiene muchas relaciones directas, sin mediadores", admitió Lombardi.
También se refirió a los cambios que ha experimentado la Iglesia con el primer Papa jesuita. "Francisco ha reducido drásticamente los poderes del secretario de Estado, en particular con respecto a las finanzas. El problema con esto es que la estructura de la Curia ya no es clara. El proceso ya está en curso y lo que resultará, al final, nadie lo sabe".
Robert Draper duda sin embargo sobre los cambios radicales del Papa y relativiza lo hecho hasta ahora. "Él es, los medios lo dicen, un reformista. Un radical. Un revolucionario. Y al mismo tiempo no es ninguna de estas cosas. Su impacto hasta ahora es imposible de ignorar, como también de medir".
Este análisis, según fuentes vaticanistas, ha tenido un amplio eco en Ciudad del Vaticano donde se sabe que Francisco está preparando personalmente, de su puño y letra, todos los discursos y homilías que pronunciará en Cuba y Estados Unidos, sabiendo que sobre esos guiones también improvisará fiel a su radical espontaneidad.
