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Poco después de llegar a la presidencia, Luis Abinader y sus estrategas asumieron que el tema haitiano era políticamente rentable. (Foto: @LuisAbinader)

PRESO DE SU ESTRATEGIA

El presidente Luis Abinader jugó con fuego

La problemática haitiana es muy compleja y presenta grandes desafíos a la República Dominicana para manipularla políticamente. ¡Cuidado, el fuego quema!

Hechosdehoy / Rosario Espinal

El tema haitiano en la República Dominicana es crítico y cíclico, y estaba en cierto reposo después de las fuertes confrontaciones que generó la Sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional entre 2013 y 2015.

Sin embargo, poco después de llegar a la presidencia, Luis Abinader y sus estrategas asumieron que el tema haitiano era políticamente rentable. Genera amplio apoyo, y atraería a los pequeños partidos de ultraderecha que, desde el ocaso de Balaguer, han tenido a Leonel Fernández como líder (fueron aliados durante las presidencias de Fernández y lo llevaron de candidato en el 2020 cuando salió del PLD).

En la medida que la violencia se agudizó en Haití con el asesinato del expresidente Jovenel Moise en julio 2021, Abinader se dedicó a pedir a la comunidad internacional que se hiciera cargo de Haití porque la República Dominicana no podía.

Como ningún país estaba solicitando eso a la República Dominicana, su discurso no caló en el exterior. A la fecha, la comunidad internacional sigue renuente a involucrarse significativamente en la crisis haitiana.

En la República Dominicana, al hacer sonoro el tema haitiano, el presidente Abinader concitó aplausos, pero también contribuyó a desatar los demonios. Porque, si hay algo que la inmensa mayoría de los dominicanos detesta, es la presencia de inmigrantes haitianos en la República Dominicana, aunque esos inmigrantes cultivan la mayoría de los alimentos y construyen las obras de infraestructura.

Conocedores de esa realidad, los principales voceros del anti haitianismo aprovecharon para subir sus bocinas, y rápidamente se unieron los replicadores, que son muchísimos.

Lo que Abinader no calculó es que lo que es igual no es ventaja. Como dije hace varios meses, pronto surgirían sus opositores políticos con un discurso potente contra la migración haitiana. Dicho y hecho: ya Leonel Fernández y Abel Martínez se montaron en el patrioterismo y seguirán ahí durante la campaña.

Al unísono tumbaron la Ley de Trata que presentó el Poder Ejecutivo al Congreso, y, en el debate, el Gobierno apareció anti dominicano y la oposición patriótica. Atacado por todos lados, el Gobierno retiró el proyecto de ley supuestamente para hacerle cambios.

De ahora en adelante, Abinader será preso de su propia estrategia, y, si no responde a las demandas de la virulencia, podría ser eventualmente declarado traidor de la patria.

La oposición está feliz de haber tomado el látigo. Si el Gobierno construye 25 kilómetros de muro, la oposición reclamará 100; si el Gobierno dice que deportó 100.000 haitianos, la oposición dirá que miente y pedirá que deporte 300.000, etc., etc., etc.

Esas deportaciones solo hacen el tráfico ilegal más costoso para los inmigrantes, porque, para entrar nuevamente, tienen que pagar mayores sobornos a las corruptas autoridades dominicanas de frontera. Y al llegar aquí, los contratan rápidamente por bajos salarios para trabajar de sol a sol. Por eso hay tantos inmigrantes haitianos en este país, no porque lo impuso un poder externo.

La problemática haitiana es muy compleja y presenta grandes desafíos a la República Dominicana para manipularla políticamente.

¡Cuidado, el fuego quema!

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