Los bebés nacidos por cesárea adquieren un microbioma (el conjunto de microorganismos que habitan en el cuerpo humano) que difiere del de los nacidos en un parto vaginal. Al no estar en contacto con las bacterias de la vagina de la madre, pierden la posibilidad de enriquecer su microbioma con ellas, y esto se ha asociado a un mayor riesgo de sufrir ciertas dolencias inmunológicas y metabólicas.
Ahora, gracias al método desarrollado en un estudio pionero, esas bacterias maternas podrían llegar al bebé aunque el nacimiento suceda mediante intervención quirúrgica.
Un equipo de investigadores estadounidense ha creado una técnica que consiste en limpiar a los recién nacidos en los dos minutos posteriores al parto con una gasa incubada en la vagina de la madre, con el objetivo de transferirle los microorganismos maternos.
Los investigadores recolectaron muestras de 18 niños, 7 nacidos vaginalmente y 11 por cesárea, de los cuales cuatro fueron tratados con el nuevo método. Un mes después del nacimiento estos cuatro niños mostraron un microbioma similar al de los nacidos en un parto vaginal, aunque los investigadores puntualizan que la transferencia de microbios no era completa.
“Este método es importante por dos razones: en primer lugar porque sabemos que nacer por cesárea significa que, al no estar expuesto a microbios vaginales, el bebé adquiere un microbioma muy distinto al de los nacidos vaginalmente”, explicó José Clemente, investigador de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai y coautor del estudio.
“En segundo lugar, porque el nacimiento por cesárea está asociado a un incremento en el riesgo de desarrollar enfermedades inmunológicas y metabólicas”, enumera el científico. El coste del tratamiento es mínimo, por lo que algún día podría llegar a emplearse de forma habitual. Sin embargo, los científicos puntualizan que ese momento aún está lejos.
“Esto es un estudio piloto que se hace para determinar si un método es seguro y factible, que es precisamente lo que hemos probado en este artículo”, destaca Clemente.
“Primero tenemos que determinar si la restauración del microbioma que han presentado es realmente suficiente y si tiene efectos beneficiosos para el bebé. Esto requerirá estudios con un número mayor de participantes en el que podamos medir, de manera fiable, si estar expuesto a microbios vaginales realmente reduce la incidencia de enfermedades”, concluye el investigador.
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