El vínculo que existe entre el hombre y el perro, se centra en un proceso hormonal que se activa cuando se miran y es similar al que se da entre una madre y su hijo. Así lo demuestra un estudio publicado en la revista Science que comprobó cómo la mirada entre el perro y su dueño dispara en ambos los niveles de oxitocina en el cerebro, una hormona relacionada con los patrones sexuales y la conducta paternal y maternal.
"El amor hacia el perro es voluntario, nadie lo fuerza […]. Y lo principal: ninguna persona puede otorgarle a otra el don del idilio. Eso sólo lo sabe hacer el animal […]. El amor entre un hombre y un perro es un idilio. En él no hay conflictos, no hay escenas desgarradoras, no hay evolución", escribía Milan Kundera en La insoportable levedad del ser, novela en la que la protagonista declaraba que el amor que sentía por su mascota era mayor que el que sentía por su marido.
Y ese sentimiento se ha multiplicado en multitud de obras, llegando a conocer una frase mundialmente que dice “cuánto más conozco a las personas, más quiero a mi perro”. Ahora, el estudio da luz a este proceso explicando que la felicidad se puede encontrar a través de la mirada.
La oxitocina actúa también como neurotransmisor en el cerebro y se considera que tiene un papel importante en el reconocimiento y establecimiento de vínculos sociales, así como en la formación de relaciones de confianza entre las personas. Para realizar esta investigación, los científicos pusieron en una habitación a varios perros con sus dueños y documentaron cada interacción entre ellos durante 30 minutos.
Después, midieron los niveles de oxitocina tanto en la orina de los perros como en la de sus dueños y descubrieron que el contacto visual sostenido entre ellos elevó los niveles de la hormona en los cerebros de ambos. En un segundo experimento, los investigadores rociaron oxitocina en los hocicos de algunos perros y los colocaron en una habitación con sus dueños y algunos desconocidos.
Los animales respondieron incrementando el tiempo que miraban a sus dueños y, después de media hora, los niveles de oxitocina crecieron en los dueños de los perros tratados.
"El mismo mecanismo de conexión, basado en el aumento de la oxitocina al mirarse, que fortalece los lazos emocionales entre las madres y sus hijos ayuda a regular también el vínculo entre los perros y sus dueños", concluye la investigación.